Al caracol se le agota el tiempo
La falta de gol del Sevilla a domicilio frustra sus esperanzas europeas pese a la leve mejoría A los yerros de Rakitic se unió el cambio pedido por Perotti
La carrera de caracoles a la que aludió Unai Emery para ilustrar sobre el atasco entre los que persiguen la séptima plaza llega a su final y el Sevilla se va quedando rezagado sin remisión. El guipuzcoano defendió anoche el buen papel del equipo en La Rosaleda y se dio por satisfecho con el punto. Con los calores de mayo llega el tiempo de los caracoles, pero también el final de la Liga y en sólo tres jornadas, con una desventaja de cinco puntos con el séptimo, no se sabe de dónde saca el optimismo Emery para mantener su ambición.
El símil del caracol responde perfectamente a las prestaciones que ofrece este Sevilla que es incapaz de pegar de verdad si no está arropado por la cáscara de Nervión. Sin su gente, a Rakitic le flojean las piernas, Kondogbia pierde el fuelle, a Negredo se le desvía el punto de mira, Jesús Navas no se muestra tan incisivo y al equipo entero se le apaga la luz si un futbolista que se ha perdido gran parte de la temporada por sus lesiones, Perotti, tiene que pedir el cambio en su segunda titularidad tras su esperada reaparición.
Pese a todos los inconvenientes que siempre tiene el Sevilla fuera de casa, por su escasa profundidad de banquillo y su paupérrima estadística goleadora como visitante, ayer pudo sumar los tres puntos si Negredo o Rakitic hubiesen visto puerta en las dos claras ocasiones de que dispusieron ambos, sobre todo el suizo-croata. El rubio centrocampista ha llegado con poco fondo al final de temporada y, aun así, tuvo el gol en dos cabezazos francos, uno en el minuto 16 y otro en el 75. El segundo, tras una dejada de cabeza de Negredo, fue un error flagrante. Pero tampoco se le puede pedir más al segundo goleador del equipo, al hombre que además de llevar el peso del juego acumula siete tantos.
Sólo 16 goles lleva el Sevilla a domicilio en 18 encuentros. Y ya sólo le queda la oportunidad de Pamplona para romper esa racha negativa que lo puede dejar con Riazor como el único sitio donde logró el triunfo. Y ante esta estadística poco más se puede añadir.
Ante un Málaga que da la sensación de que la temporada ya empieza a sobrarle por su sobreesfuerzo en la Champions, el equipo de Emery podría haber dado un golpe para seguir aferrado con algo de fuerza a sus opciones. Pero mientras los aficionados sevillistas se crispaban viendo la parsimonia con que Beto realizaba un saque de puerta en el minuto 80, Emery empezaba a saborear un empate que posteriormente dio por bueno. Quizá porque él es el primero que sabe que jugadores clave como Kondogbia y Rakitic han llegado exhaustos al final de la temporada y en el banquillo no es que no haya más cera que la que arde, es que ni siquiera hay parafina de la mala. Perotti parece ahora el único con clarividencia, pero su frescura tiene un límite, como ayer se apreció al ser el primer cambio. Con Manu del Moral comenzó el apagón general del Sevilla.
A estas alturas, la vista se nubla entre el sudor. Quizá por ello Rakitic marró ese cabezazo en el minuto 75. Sin gol no se pueden dosificar los esfuerzos, y de tanto esfuerzo y tan pocos recambios se nubla la mente en los últimos metros. Es un círculo vicioso del que no sale este caracol llamado Sevilla al que se le acaba, poquito a poco, pasito a paso, el tiempo de la esperanza europea.
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