Los hados, la juventud, el entrenador...
valladolid - sevilla · el otro partido
13 meses después y de amarillo, el Sevilla no quiso acabar con su gafe.
El Sevilla es uno de los equipos de Primera División con una edad media más baja y esa juventud se termina reflejando de uno u otro modo. Dentro de tres días, se cumplirán 13 meses de su último triunfo en la Liga a domicilio y, curiosamente de amarillo, ayer estuvo muy cerca de acabar con ese gafe que siempre se acaba colando en la maleta cada vez que viaja. Sin embargo, el propio Sevilla, él solito, regaló dos de los tres puntos que parecían bien amarrados. Mediaron un buen cabezazo de Manucho y una excelente falta de Ebert, pero ambos hechos debieron quedar en nada a poco que los sevillistas hubiesen aprovechado sólo una más de las múltiples ocasiones de gol de que dispusieron. Figueiras dos veces, Gameiro, Bacca y su obcecación por buscar la portería en lugar del compañero... O si el entrenador hubiese sabido dar oxígeno a su equipo, al menos agotando los tres cambios.
Los tres factores, juventud, mal fario y entrenador, se metieron en una coctelera para que un punto que a priori podría haber sabido medio bien deje un regusto a hiel difícil de soportar. Y eso que para acabar con ese duende que se cuela en el equipaje del Sevilla, Unai Emery ideó un cambio táctico radical, y muy positivo. Pero ni siquiera con tres centrales, dos carrileros y dos medios de corte táctico como Iborra y Carriço supo aguantar su equipo el nítido 0-2 con que estuvo jugueteando hasta el minuto 81.
En la alta competición, cualquier detalle es fundamental y Emery deberá explicar por qué, ya que el Sevilla no terminó de matar a un moribundo Valladolid a la contra, no refrescó un centro del campo en el que sus dos piezas clave terminaron condicionadas por el transcurrir de los minutos. El valenciano sufrió un fuerte golpe por un choque con un rival y anduvo renqueando desde ese momento hasta el final del partido. Y el portugués acumulaba más de dos meses y medio desde su anterior partido oficial, el pasado 1 de agosto. ¿Cómo se explica entonces que no realizara un tercer cambio o que los dos que hizo fueran de jugadores ofensivos, hombre por hombre, para defender una renta de 0-2?
El empate final tras esa buena ventaja y un puñado de ocasiones pondrá sobre el tapete de nuevo la gestión de Emery de una plantilla que, hay que recordarlo, tenía importantes bajas. Gameiro sólo pudo jugar un rato al final, y tuvo tiempo para desperdiciar una clarísima ocasión inmediatamente posterior al 1-2 tras una jugada que él fabricó. Y las otras dos figuras del equipo, Rakitic y Marin, tuvieron que ver el partido por la tele, al igual que Trochowski, M'Bia, Fazio y Cheryshev.
Parecía que de amarillo y 13 meses después, el Sevilla iba a dejar atrás por fin su gafe, su fea estadística a domicilio. Tendrá que esperar a la próxima cita liguera a domicilio, miércoles 30 de octubre, Santiago Bernabéu...
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