Espanyol-sevilla · la crónica

Buen pasito para crecer (1-2)

  • El Sevilla avanza en la reconstrucción del molde con un triunfo basado en el trabajo colectivo y en dos de sus viejas virtudes, el gol de Bacca y la estrategia. Los cambios sí ayudaron esta vez.

El Sevilla de Unai Emery está en plena maduración. No tiene otro remedio el entrenador sevillista que reinventar un nuevo equipo después tanto vaivén de estampitas. Pero cuenta para ello con un molde que ya trabajó el curso pasado y al que aún deben adaptarse los recién llegados. Por eso, el triunfo de anoche en Cornellà tiene gran importancia por lo que sirve para que el colectivo crea en sí mismo. Se puede decir que, pese a que llegó a trancas y barrancas, la victoria fue un paso importante para decantar el proceso.

Emery, bajo esta lógica, repitió el mismo once del debut de la Liga. La apuesta por la continuidad estaba más que justificada. Y el Sevilla respondió a ese pasito que quiere dar esta temporada el técnico sevillista: la apuesta por un juego más vertical, menos elaborado. A esa poca elaboración en el centro del campo también ayudó que Denis Suárez aún le tiene que coger el ritmo a la Primera División. Se puso esto en evidencia cuando fue incapaz de darle continuidad al juego en la segunda mitad. Pero ahí también mejoró algo el Sevilla de ayer: los cambios sí ayudaron en esta ocasión, sobre todo un Banega más metido en faena y más participativo. El argentino evidenció que, tras el parón, él debe ser el que teja el juego en lugar del muy verde aún Denis Suárez.

Esa apuesta por el juego directo derivó en un inicio muy abierto y dinámico, hasta que los medios centro sevillistas, Iborra y Krychowiak, se asentaron en el campo. Con el partido más remansado, un balón colgado por Carriço lo bajó Bacca, que marcó en el primer palo tras una buena jugada en la que participaron Aleix Vidal y Coke. El partido se le puso de cara al Sevilla, que, entonces sí, manoseó más el balón.

La presunta seguridad que daba ese fútbol más controlado sembró la incertidumbre cuando el Espanyol acentuó la presión en las posiciones adelantadas. Y como en el Sevilla tampoco es que haya grandes manijeros por ahora, pues la pelota deambuló más de lo necesario por zonas peligrosas. Aun así, el equipo se estaba mostrando seguro, salvo algún error puntual individual, alguna duda de Krychowiak, alguna falta evitable por la salida de los defensas para robar, ese posible penalti de Coke al filo del descanso... La inquietud estaba ahí, sobre el césped de Cornellà.

Pero el Sevilla, que ya usó una de sus viejas armas para adelantarse, sacó de su panoplia habitual otra arma que parecía olvidada sin Rakitic ni Fazio. Denis Suárez e Iborra los emularon para hacer el 0-2 y encauzar el triunfo.

Sin embargo, a este Sevilla aún le faltan cosas y una de ellas es ese exceso de confianza que debe corregir Krychowiak, quien propició el 1-2 con una pérdida. Y a raíz de ahí, al sevillismo le tocó cruzar los dedos por la incertidumbre que aún genera su equipo. Con todo, Emery acertó oxigenando oportunamente al equipo, Banega sí le dio al partido lo que no era capaz de darle Denis Suárez, los centrales y los medios se fajaron para obturar todas las líneas por dentro, Aleix Vidal desahogó todo lo que pudo y más y el tercer tanto no llegó porque ya faltaron las fuerzas. Pese a que apenas remató buenas contras, este Sevilla en construcción ganó. Y eso ya es bastante.

 

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