Orgullo e ilusión sobre el duro palo

El suspiro de alivio con el que Luis Enrique se abrazó al final del encuentro con Unai Emery explica por sí solo todo lo bueno que tuvo la derrota del Sevilla. El entrenador sevillista, con su cambio de planteamiento en la segunda mitad, le dio la vuelta al partido, aunque no pudo concluir una remontada que hubiese sido histórica. "Competimos hasta el final. Estoy satisfecho por el compromiso del equipo, pero dolido por la derrota", reconoció el técnico vasco, que se mostró orgulloso y, al mismo tiempo, tocado por una cruel derrota que dejó a los suyos y a él mismo con la miel en los labios ante el Barça de Messi.

"En partidos como éstos sólo queda competir los 90 minutos, o como sucedió hoy, 120. Con el 4-1 intentas hacer un gol para meterte en el partido. Luego el 4-2 te acerca más al empate. Y los cambios sirvieron para darle frescura al equipo", explicó. Y fue precisamente a éstos últimos, a los recién llegados, a los que quiso enviar un mensaje muy importante: "Este partido ha servido también para que los que acaban de llegar se den cuenta de que el listón en este equipo está muy alto".

El guipuzcoano envió palabras de ánimo, y también dejó cierta incertidumbre sobre el estado de dos futbolistas que terminaron tocados: "Nos vamos tristes, aunque hemos dado la cara. Hemos competido y no hemos encontrado ese premio que el equipo ha merecido. Estos 120 minutos seguro que te van a dejar secuelas en agosto, a ver qué sucede con Vitolo y Krychowiak, pero es lo que queremos porque aquí el listón es muy alto".

Con todo, la conclusión fue positiva: "Me siento orgulloso de los jugadores. Este equipo pinta bien, pero hay mucho trabajo por delante. Este resultado ilusiona. Lo que hemos ofrecido en los cinco minutos últimos me ha dejado con la miel en los labios y nos hubiera dado la opción de los penaltis. Orgulloso de lo que a ofrecido el equipo. Hemos estado cerca y compitiendo con ellos. Tenemos que asentar esta base competitiva para toda la temporada".