Antonio Tapia se ha quedado solo. En el Betis y en el entorno que rodea al club verdiblanco ya son muy pocos los que aún confían en él. Su labor ha ido perdiendo adeptos con el paso del tiempo y Manuel Ruiz de Lopera, de puertas afuera su gran defensor, también ha llegado a la conclusión de que con el técnico de Fuengirola el ascenso se antoja poco menos que imposible. Aun así, lo mantendrá de momento en su cargo porque en el horizonte no hay ningún técnico que le haga tilín y por su habitual reticencia a la destitución de entrenadores, aunque al final acabe bajando el pulgar si el consenso a su alrededor es generalizado.

Pero Tapia hoy está al borde de un precipicio y ya difícilmente saldrá de ahí. Vive así, prácticamente, desde que el Betis cayera hace unas semanas en Elche (3-0) y sólo los buenos resultados en Heliópolis habían salvado su cabeza. Ahora, con el equipo descolgado de las dos primeras plazas, se la jugará domingo a domingo, siempre con el resto de resultados como posible coartada.

El técnico vive hoy la situación que ya pasaron otros como Chaparro, Irureta... A Lopera le gustaría que tirase la toalla como el irundarra, pero Tapia no lo va a hacer. Como en el caso de Chaparro, esperará a que su decisión sea bendecida por todos.

Ése, y no más, es el crédito que hoy día tiene el entrenador del Betis. Como siempre, los primeros en bajar el pulgar fueron Manuel Momparlet y los consejeros que se sientan junto a él en el palco. Luego, se van sumando críticos entre la prensa y la afición y, al fin, la plantilla (adocenada desde hace años) no hace nada por revertir la situación. Puertas afuera llegará el momento en que los futbolistas digan que están a muerte con su entrenador, pero sobre el terreno de juego ya se ve que son incapaces de hacer buenos sus planteamientos. Al contrario, su falta de actitud y de concentración parece querer demostrar lo contrario. Es lo de siempre. Una situación cíclica en el Betis.

Tapia se bandeaba arguyendo que el equipo no perdía en Heliópolis (sigue sin hacerlo), pero el empate frente al Huesca ha acabado por desmontar la teoría de un Betis fuerte en casa. Si el técnico lleva semanas afanado en que su equipo se mostrase lejos de Sevilla igual de sólido que al amparo de sus fieles, el traspié del sábado y el mal juego han creado un estado de opinión más próximo a lo que se viene viendo desde hace ya varios meses: el equipo es tremendamente irregular y, además, no tiene claro un patrón de juego ni sus futbolistas demuestran la actitud idónea para la consecución del objetivo.

calderón y de biasi

Lopera lleva tiempo oliéndose la situación, de ahí que procurase acercamientos a la plantilla e incluso llegase a creerse talismán al enjaretar el equipo dos victorias consecutivas en casa (Las Palmas y Villarreal B). "Lopera nada más que habla de dinero y en cuanto se da la vuelta a los futbolistas les da ya todo igual", admitía ayer un consejero verdiblanco, quien, al igual que Lopera, no halla soluciones a los males del equipo, quizá porque no los tenga salvo que el cambio afecte al principal responsable del desaguisado, el propio consejero delegado.

Empero, Lopera hace ya tiempo que prepara una destitución a la que podría verse abocado. Flirteó con el italiano Gianni de Biasi, que hace dos semanas se comprometió con el Udinese, y también sondeó al ex futbolista Gabriel Humberto Calderón, que actualmente entrena en Arabia Saudí a Al-Ittihad. Dicen en el entorno más próximo del consejero delegado que hasta llegó a pensar en Juande Ramos, aunque hoy sabe que no entrenará al Betis en Segunda.

a sólo tres puntos

Los números del Betis, que fuera de casa lleva cuatro partidos sin ganar y que sólo ha vencido en siete de 18 partidos disputados, apenas le dan para ser séptimo en la clasificación. Pero la Segunda División es muy larga (aún quedan tres partidos para el fin de la primera vuelta) y hoy sigue a tres del tercer clasificado, el Cartagena. Por ahí también respira Tapia.