Un álbum navideño que hará las delicias de muchos aficionados en cualquier época del año. Paul McCreesh se acerca al misterio cristiano de la Encarnación combinando la música medieval con la contemporánea y rematando con un homenaje a Benjamin Britten por el centenario de su nacimiento. A Boy was Born es una obra juvenil y de cierta extensión (casi media hora) que el gran compositor inglés escribió en 1932 para coro mixto y voces de niños. En forma de tema con seis variaciones, Britten muestra ya su pericia en la música coral con una escritura que hace uso de la modalidad y juega con los contrastes de registros y de texturas con gran eficacia, representando con elegante ingenuidad el misterio sacro hasta esa última variación a ocho voces y en forma de rondó que conduce al tema de origen. El resto del programa está formado por himnos y villancicos de los siglos XII a XV y otras piezas de compositores del último siglo, como Herbert Howells, Kenneth Leighton y los aún en plena actividad creativa Francis Pott, Jonathan Dove y Matthew Martin.

La música se caracteriza por una simplicidad sin pretensiones, que es casi completamente monódica en el caso de las piezas medievales, cuyo encanto realza una interpretación de extraordinaria suavidad en la alternancia de voces femeninas y masculinas (Veni, veni Emanuel) o en el canto solista, como en una bellísima nana que se hace casi hipnótica en la voz del contratenor Matthew Venner. Las obras modernas presentan una importante variedad de combinaciones de colores y texturas, pero en ellas dominan las consonancias, la claridad y el refinamiento. En formación amplia (28 voces) el Gabrieli Consort se muestra como un perfecto representante de la tradición coral británica: afinación, empaste y equilibrio son sus principales armas. Los niños del Coro de la Capilla Real de Copenhague se suman en la obra de Britten integrándose de forma admirable en un paisaje sonoro hecho de beatitud, devoción y ternura.