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Cultura

El viaje a la libertad de Guillermo Weickert y Alejandro Rojas-Marcos

  • El bailarín y el pianista estrenan hoy en el CAS una obra construida desde la improvisación

Acostumbrados a participar en espectáculos cerrados donde las acciones están marcadas de antemano, el bailarín y coreógrafo Guillermo Weickert y el pianista Alejandro Rojas-Marcos contemplan su participación hoy en el ciclo SHOWCASe, en el Centro de las Artes de Sevilla, como un inusual ejercicio de libertad y valentía. Los dos creadores estrenan Iusisusu?, un encuentro marcado por la improvisación entre la música y la danza contemporánea.

Weickert y Rojas-Marcos se rebelan aquí contra el formato del espectáculo al uso "donde todo resulta más previsible" y se proponen disfrutar de un viaje "en el que lo que importa no es tanto el resultado final, sino el proceso, el compromiso", una búsqueda en la que pueden dejar atrás "los recursos habituales" que manejan para abrirse a lo inesperado. "Yo que soy la fuente principal de sonido, estaré sorprendido de los caminos que plantea Guillermo", reconoce Rojas-Marcos, que destaca que en esta aventura "se da un plano de igualdad con el público, porque hay una escucha y una visión compartida". Tanto el músico como el bailarín han andado ocupados últimamente con otras propuestas -Rojas-Marcos en la gira de Lo Real, de Israel Galván; en sus actuaciones con la orquesta Entenguerengue y en la performance Miembro fantasma junto a Arturo Moya; Weickert prepara el espectáculo que dirige para el Festival de Itálica, que se representará en San Isidoro del Campo-, pero aquí tienen la impresión de que "cada uno aporta su momento personal, algo que no ocurre en otros montajes más elaborados. Aquí traemos el momento vital de cada uno". Ninguno de los dos quiere interferir en el criterio del otro. "No me siento capacitado para darle unas pautas musicales, por ejemplo", cuenta Weickert, que señala que hay "un respeto bastante grande por el trabajo del otro".

Iusisusu? es, para sus artífices, una oportunidad "de crecimiento artístico" pero también una pieza de reivindicación "política. Implica una renuncia a ese deber de entretener, es nuestra manera de decir que es posible hacer otras cosas en la música y en la danza".

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