Cultura

Itálica arranca el martes con la figura de Isadora Duncan como inspiración

  • 'La satisfacción del capricho', de Bárbara Sánchez, ahonda en el interés de la mítica bailarina americana por el éxtasis, "entendido no como enajenación, sino como sensibilidad ante la vida"

El Festival de Itálica comienza el próximo martes con el recuerdo a una de las figuras fundamentales de la danza, la norteamericana Isadora Duncan. La satisfacción del capricho, dirigida por Bárbara Sánchez, no se plantea como un homenaje al uso y ahondará en el interés de esta creadora por el éxtasis, "entendido no como una enajenación mental, sino como un estado de excesiva sensibilidad ante la vida, ante la obra". Aunque el espectáculo sí dará algunas pinceladas sobre la biografía de Duncan y estarán presentes sus facetas "como mujer, como madre", Sánchez ha querido captar en su propuesta "la esencia, el espíritu" de una personalidad genial que entendía el arte como una entrega gozosa, como un abandono a la emoción más absoluta.

Para esta "celebración", la coreógrafa ha contado con algunas de las intérpretes más interesantes de la danza sevillana, que protagonizan esta pieza coral junto a ella. Amanda Palma, Rocío Guzmán, Ana G. Morales, Lucía Vázquez Madrid, Raquel Luque Márquez, María M. Cabeza de Vaca, Eloísa Cantón y Ellavled Alcano se han embarcado en un proceso en el que han buscado dentro de sí mismas "sin atender al intelecto".

Cuando se hizo cargo del proyecto -un viejo deseo del director artístico del Festival de Itálica, Juan Antonio Maesso, que quería dedicar un espectáculo a Duncan-, Sánchez se sorprendió con la espiritualidad de la mujer, una de las caras de una artista revolucionaria, rupturista en sus planteamientos coreográficos, asombrosamente libre en su vida privada, y extravagante hasta en su muerte, cuando el chal que llevaba se enredó en la rueda del automóvil en el que iba y acabó estrangulada. "Me impresionó de ella, leyendo sus textos, que utilizaba frecuentemente la palabra éxtasis. Se pasaba mucho tiempo en meditación, de ahí surgía su motor vital interno", cuenta la intérprete de Plutón no es un planeta y responsable del laboratorio Ahuyéntanos este furor. Este aspecto de Isadora llevó al reparto a relacionarla con otras mujeres místicas, como las santas Teresa de Ávila o Hildegard von Bingen, y a explorar los rituales de la antigua Grecia y el mito de las bacantes. Tras la investigación, las protagonistas de La satisfacción del capricho decidieron mostrar las distintas expresiones de este arrebato: el éxtasis vigoroso, una fase de iluminación en la que quien la experimenta posee una vitalidad y fuerza física prodigiosas, y el éxtasis estático, una parálisis cercana a la catalepsia donde los sentidos se suprimen. La escena final del espectáculo refleja la vuelta a la vida o el renacimiento de quienes pasan por ese trance.

El propósito de la compañía era transmitir esa embriaguez a los asistentes al Teatro Romano. "La gente que ha visto ensayos dice que se ha conmovido. Era algo que buscábamos: lo que hemos querido era contagiar esa energía a los espectadores. Se trata de captar los momentos de Isadora para que el público quede con esa sensación de júbilo", expresa Raquel Campuzano, que ha realizado la dramaturgia del montaje. La autora explica que iniciaron la obra "dejando que ese espíritu nos atravesara, a ver qué salía" y luego "trabajamos en una estructura para que tuviera sentido". En la búsqueda recordaban una consigna de Isadora Duncan, que la danza "es la conexión suprema con el alma, con la verdad".

En la presentación del espectáculo, la directora técnica de Cultura de la Diputación de Sevilla, Victoria Guzmán, afirmó que desde la entidad provincial no entendían que el Ministerio de Cultura hubiese desestimado la concesión de subvenciones al festival, dado que Itálica no cumplía el requisito de que se programaran espectáculos de al menos tres comunidades autónomas españolas. "Los argumentos no nos parecen válidos. Si miras las compañías sevillanas, en ellas siempre hay un catalán o un brasileño. En la danza no hace falta el idioma y por eso hay una mayor diversidad. Además, ¿vamos a tener que programar montajes de otras comunidades aunque no tengan calidad suficiente, sólo por tener la subvención?", observó.

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