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Cultura

Color, ritmo y fantasía

XIV Noches en los Jardines del Real Alcázar. María Esther Guzmán, guitarra; Luis Orden, flauta. Programa: 'Debussy entre Iberia y el amor brujo' (obras de Debussy, Falla y Albéniz). Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Jueves 11 de julio. Aforo: Lleno.

María Esther Guzmán y Luis Orden conforman el dúo más estable y reconocido de la música de cámara sevillana. Fieles a su cita veraniega con el Alcázar, escogieron esta vez un programa de arreglos centrado en tres músicos que coincidieron en el París de la primera década del siglo XX. Pasa con los arreglos que no todos funcionan de igual forma, y que a veces, sin aportar nada especialmente novedoso, rebajan el interés de la música original. Es la sensación que tuve con el divertido cake walk que cierra la suite de El rincón de los niños de Debussy, que sonó sin gracia, chato, demasiado estirado. Mucho más ágil y risueño resultó Le petit noir e incluso el Arabesque nº1, cuya filigrana le va muy bien a la flauta. Luis Orden hizo además una interpretación muy insinuante y sensual del Syrinx, que se mezcló con el susurro de la brisa nocturna en las palmeras.

Antes de afrontar la música de Albéniz, María Esther Guzmán dio muestras de notable virtuosismo en una transcripción de la Danza ritual del fuego de El amor brujo de tan compleja polifonía como ardua digitación. La Iberia, y la música pianística de Albéniz en general, es habitual desde hace tiempo de los guitarristas. El añadido de la flauta funciona mejor allí donde hay alguna melodía aérea y sinuosa, como en El Puerto, o rumbosa, como en la Rondeña o en las sevillanas de Triana, que donde la bruma armónica (Evocación) o la complejidad de la trama textural (Albaicín) favorecen las posibilidades de la guitarra en solitario. Los dos instrumentos se entrecruzaron cediéndose la palabra a veces de forma un tanto abrupta, aunque también lograron numerosos pasajes en los que la música fluyó maravillosamente y la noche se llenó de color, ritmo y fantasía. Seguro que a don Isaac no le habría importado apagar el puro un rato por acercarse a escucharlos.

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