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Cultura

"Era inesperado ver a una cubana como bailarina clásica"

  • La leyenda de la danza recibió ayer el XIV Premio Atahualpa del Cioppo La compañía que dirige inauguró una nueva edición del FIT con 'Coppélia'

La prima ballerina assoluta Alicia Alonso no permite que notemos su cansancio al otro lado del teléfono. Tras el viaje en tren, la directora del Ballet Nacional de Cuba, la viva representación de los logros del ballet clásico en Latinoamérica, que se acerca a los 93 años, toma el teléfono de las manos de su marido, el director del Museo de la Danza de Cuba, Pedro Simón, y alegre, y lúcida, y contenta, nos traslada toda su emoción, su "doble emoción", como expresa la eterna Giselle, por recibir el premio Atahualpa del Cioppo del Festival Iberoamericano de Teatro. "Es un gran honor, es un doble honor. Primero por el premio en sí y el otro porque yo estuve de niña en Cádiz, viví con mis padres y hermanos y aquí fuimos muy felices. Para mí volver ha sido como si hubieran vencido a la muerte y me los trajeran de nuevo. Es una doble emoción, ciertamente. Cuando reciba este premio -reconoció horas antes de hacerlo en el salón de Plenos del Ayuntamiento- pensaré en mi familia, pensaré en ellos", decide una de las personalidades más relevantes de la danza internacional.

La creadora cubana, que recientemente recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, recuerda con mucho cariño "cuando Cuba mandó a mi padre aquí a Cádiz para mejorar la cría de caballos de allí, de Cuba". "Y aquí vino a comprar buenos caballos, de buena raza y llevarlos a Cuba y se vino con nosotros, con su familia, yo era chiquita... Yo se lo cuento a usted y parece muy simple, muy sencilla la historia, pero para mí eso es importante y por eso es un gran honor este premio en su ciudad", se sincera la mujer que en 1948 fundó en La Habana el Ballet de Alicia Alonso, hoy, Ballet Nacional de Cuba.

"El Ballet Nacional de Cuba es hoy una de las mejores compañías del mundo pero lo que más me enorgullece, sobre todo, es que muchos se sorprendieran de que viniera de Latinoamérica por el hecho de que parecía que los latinoamericanos sólo podían bailar su folclor y eso es todo", se enciende Alonso, que acentúa muy fuerte la palabra clásica cuando se acuerda de que "era inesperado ver a una cubana como bailarina clásica". "Bailarina clásica", repite con rotundidad, llenando la palabra, el concepto y lo que ello significó para Latinoamérica, de orgullo y pasión .

De hecho, la bailarina y fundadora de la compañía ve cómo en la actualidad sus bailarines "son muy demandados por el exterior" y cómo sus décadas y décadas de trabajo han rendido a sus pies al público y a la crítica internacional. "Estoy muy contenta, por ejemplo, con el premio que me dieron en Italia (Premio Roma Jia Ruskaja 2012 a la Trayectoria) porque reconoce la labor en la creación y desarrollo de métodos de enseñanza de la danza. Y eso para nosotros, para el Ballet de Cuba, es un gran honor".

Menos decidida se muestra esta leyenda de la danza cuando se le pregunta con qué ballet se queda, con Coppélia (obra con la que la compañía que dirige inauguró el FIT en el Teatro Falla) o con Giselle (que supuso su gran debut en un papel protagonista en la Metropolitan Opera House de Nueva York el 2 de noviembre de 1943, hace 70 años). "Me quedo con los dos. Cada uno tiene su momento, su sentido... Coppélia tiene mucho sentido del humor y es muy técnica y Giselle es muy romántica, es una historia muy bella. Estoy muy orgullosa de haber bailado estas dos obras y de cómo las baila el Ballet Nacional de Cuba".

Alonso también rememora las intenciones que la movieron a adaptar la pieza en los primeros tiempos de la compañía: "Primero me basé en la original y después la enriquecí con nuevas formas de decir la historia, actualizándola porque hoy en día no se habla igualito que antiguamente. Lo hice de forma que lo entendieran todos, que el público entero entienda la historia. Lo que más me gusta es cómo el público se ríe y cómo les gusta esta coreografía. Coppélia es de los ballets más bellos, con su música y con todo, yo no lo he olvidado jamás".

La gran dama del ballet se despide, cariñosa, volviendo de nuevo al pasado. Recordando cuando aprendió "a tocar las castañuelas en España" con 6 años. Tarareando -"¿ves que no lo he olvidado?"- el ritmo "del fandanguillo" que le enseñaron a bailar a su hermana aquí y que ella aprendió "a pesar de que todos decían" que era "muy pequeña" para aprenderlo -"era yo una cosa chiquita que zapateaba todo el tiempo"-. Acordándose de cómo se enamoró del ballet "desde la primera clase". Porque Alicia Alonso "siempre" quiso bailar y no sabe "por qué". "Sólo sé que yo me quería expresar a través del movimiento. Y así ha sido toda mi vida".

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