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Amandine Beyer. Violinista

"En Corelli no sobra ni falta un compás"

  • Al frente de Gli Incogniti, la intérprete francesa Amandine Beyer homenajea a Corelli en el tercer centenario de su muerte con un excepcional registro de sus 'Concerti grossi' Op.6.

Corelli: Concerti grossi. Gli Incogniti. Amandine Beyer. Zig Zag Territoires (2 CD) (Sémele)

Amandine Beyer es una de las grandes violinistas barrocas de nuestros días. Alumna de Chiara Banchini, a quien sucedió en 2010 en la cátedra de violín de la Schola Cantorum de Basilea, su repertorio incluye músicas de los siglos XVII y XVIII, especialmente de Alemania e Italia. En el corelliano año 2013, Beyer no ha querido dejar pasar la ocasión de brindar tributo al gran maestro de Fusignano.

-¿Cuáles son las principales aportaciones de Corelli a la música europea?

-Es curioso, porque cuando lo vemos desde nuestra óptica del siglo XXI, Corelli parece casi un compositor convencional. Pero en su época fue visto como un modelo, como un punto de partida, una continua referencia a la que seguir e imitar tanto por los compositores italianos como por los alemanes e incluso… por los franceses. Lo que hay de nuevo en la música de Corelli no es tanto la forma (el concerto grosso había sido ya utilizado por otros compositores romanos) o el lenguaje (aunque aquí sí podríamos decir que Corelli es probablemente el primer compositor plenamente tonal), sino el grado de perfección formal y armónica que alcanza en sus obras. En una época en la que la música era de consumo inmediato resulta raro constatar cómo la música de Corelli siguió publicándose (¡y por tanto tocándose!) hasta 70 años después de su muerte, al menos en Inglaterra.

-¿Le debe algo el estilo clásico a su obra?

-Corelli es en sí mismo un autor "clásico" (no en vano su tumba está en el Panteón romano). Entre otras cosas porque se convirtió en un modelo para los músicos del siglo XVIII. Sus obras son también de proporciones clásicas. Diría que en la música de Corelli no sobra ni falta un solo compás. Todo está perfectamente medido y relacionado, armónicamente construido. Su música es de una belleza ideal, y en ese sentido actúa como un bálsamo sobre el alma del oyente (¡y del intérprete!). No hay nada extravagante o estridente que moleste o desestabilice, sino una confianza absoluta del compositor en el poder absoluto de las armonías y el equilibrio estructural.

-¿Qué aporta Corelli a la escritura para su instrumento, el violín?

-Desde el punto de vista técnico, Corelli no utiliza las posiciones altas ni complejos golpes de arco, pero crea un lenguaje violinístico perfectamente adaptado al instrumento que pervivirá en las generaciones siguientes. Al contrario que los compositores germánicos del XVII (Biber, Walther...), que utilizan el violín como un elemento virtuosístico, Corelli es más reservado. Hay de todos modos pasajes técnicos complicados en sus sonatas (fugatos en dobles cuerdas) y concerti, especialmente en los movimientos rápidos. Pero diría que la gran preocupación de Corelli es obtener un lenguaje violinístico que canta y que se ancla profundamente en la armonía, de la que sería casi una resonancia.

-Qué herencia dejó ese estilo en la escuela violinística italiana.

-Casi cualquier violinista posterior se declarará alumno real o ficticio de Corelli. Encontramos típicos bariolages corellianos o fugas en dobles cuerdas en la música de Geminiani, Veracini o casi cualquier otro (¡también en Leclair!). Si estudiamos atentamente las obras de Corelli veremos que sus sonatas contienen el germen de la mayor parte de las sonatas violinísticas de la primera mitad del XVIII. Son casi como una dieta necesaria para una buena salud violinística.

-¿Cómo surgió la idea de grabar los concerti grossi de Corelli?

-En estas obras es fundamental el sonido de conjunto; tiene que ser lleno, profundo y brillante a la vez. Las primeras grabaciones de Gli Incogniti estaban centradas en obras con un carácter solístico muy marcado (Vivaldi o Bach), lo que nos permitió trabajar progresivamente el sonido del grupo. Llegó un momento en que creíamos que Corelli era el siguiente paso de nuestra evolución natural. Si en Vivaldi los solistas son fundamentales, creo que en Corelli el grupo es más importante. Además algunos de nosotros somos apasionados corellianos, o casi fanáticos, como nuestro cellista Marco Ceccato, que es capaz de recitar los nombres de todos los cellistas que trabajaron con Corelli, en qué años y a veces hasta qué instrumentos tocaban…

-Los conciertos de Corelli permiten muy variados tipos de interpretación, casi desde la sonata en trío a la gran orquesta. ¿Qué opción escogió para su registro?

-Sabemos que el núcleo de la orquesta de Corelli era muy limitado, con una decena de nombres que se repiten constantemente. Nosotros quisimos recrear esta idea de un pequeño grupo de amigos (lo que se corresponde perfectamente con el espíritu de Gli Incogniti), que se puede ampliar en función de las necesidades pero respetando siempre unas proporciones que aparecen en los registros de las sucesivas orquestas de Corelli: al menos la mitad de las cuerdas son violines, hay mayor presencia de bajos que de violas… La grabación la hicimos 18 músicos, aunque en concierto el número puede variar. No creemos que haya un número absoluto ni que sea tan importante. Cien músicos en determinada sala pueden ser pocos y veinte, demasiados en otra. Depende del lugar, del momento y, como en la época, también de las restricciones económicas.

-¿Qué cree que aporta su grabación a estas obras?

-Hay muchas y buenas versiones de los concerti de Corelli. Lo que esperamos es que la nuestra pueda descubrirle a algún oyente un aspecto nuevo de esta música maravillosa. Una grabación no deja de ser un acto de amor hacia la música que nos gusta, una declaración de respeto mezclada con una intención de inscribir nuevamente esta obra en nuestro presente. Y estoy segura de que el público sentirá esa vitalidad y esa espontánea sensibilidad que intentamos dar a nuestra interpretación.

-Algunos aún recordamos su Bach, tanto en disco como en concierto. ¿Qué supuso la grabación de las Sonatas y partitas?

-Para mí Bach es como Corelli, indispensable en la dieta de cualquier violinista. Aunque Bach lo es de una manera mucho más compleja, ya que si Corelli funde el canto del violín con la armonía para crear una vibración, tengo la impresión de que Bach quiere meter todo el cosmos en este pequeño instrumento. Intentar hacer audible esta proeza de concepción y composición no es un ejercicio fácil. Afrontar este reto en la grabación de las Sonatas y partitas me ha permitido sobre todo tener una visión más amplia sobre este conjunto de piezas. He aprendido a apreciarlas en su amplitud y entidad, unas en función de otras, cada una con su peso respectivo y su personalidad, más que verlas como una serie de obstáculos más o menos insuperables.

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