Un estreno antes de Beethoven

Pablo J. Vayón

18 de noviembre 2013 - 05:00

Solista: David Pérez, trompeta. Director: Michael Thomas. Programa: Obertura de 'Los esclavos felices' de Juan Crisóstomo Arriaga; Concierto para trompeta de Michael Thomas; Sinfonía nº3 en mi bemol mayor Op.55 'Heroica' de Ludwig van Beethoven. Lugar: Sala Joaquín Turina del Centro Cultural Cajasol. Fecha: Domingo 17 de noviembre. Aforo: Algo menos de media entrada.

Tiene la Orquesta Bética que mejorar su política de comunicación y pulir los detalles (la ausencia de programa de mano resulta incomprensible) si quiere consolidar su temporada de conciertos en las matinales de domingo. Profesionales de buen nivel para su plantilla y espacio en la vida musical sevillana existen para un conjunto de sus características, una orquesta clásica, que tiene repertorio de sobra, desde el Barroco a la más estricta contemporaneidad, por el que moverse con propiedad.

Lo demostró en su segundo concierto de esta temporada, que dirigió una vez más Michael Thomas, que esta vez incluso presentaba en riguroso estreno un Concierto para trompeta, obra enraizada en la más pura tradición del género, de un aire neorromántico con toques folk y pretensiones evocativas (uso de temas populares de su tierra del norte de Inglaterra), dividida en los tres movimientos de rigor con un brillantísimo y bienhumorado rondó final y un tiempo lento de apaciguador lirismo. El almeriense David Pérez salvó con suficiencia su parte solista, que en los tiempos extremos resulta ágil y enrevesada.

El concierto se había abierto con un Arriaga ligerito, que miró fundamentalmente al Clasicismo, y se cerró con una Heroica de extraordinaria dignidad. Partiendo de una formación camerística (cuerda: 5-4-4-3-2) y tras un dubitativo arranque (entradas irregulares de violines y trompas), Thomas consiguió, pese a una ejecución no siempre limpia, una versión de articulaciones bien marcadas y tempi rápidos (47 minutos justos le duró la obra), muy bien equilibrada, de tensiones bien administradas, en la que brillaron especialmente la Marcha fúnebre, con las maderas emergiendo como grandes protagonistas, y un final de ritmo vibrante, por momentos casi enloquecido.

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