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Cultura

Un viaje del monasterio a las tabernas para celebrar los 20 años de Artefactum

  • El grupo sevillano de música medieval ofrece el próximo martes un concierto especial en el Lope de Vega con la figura de los goliardos, medio clérigos medio juglares, como hilo conductor

Veinte años de "perseverancia y honestidad" -también de "sangre, sudor y lágrimas" para poder mantanerlas-, pero sobre todo veinte años de "amistad como motor fundamental, de gusto por la música y por un tipo de vida". Eso es lo que celebra Artefactum el próximo martes en el Lope de Vega, el mismo teatro donde hace un lustro celebraron sus 15 años, aunque en esta ocasión José Manuel Vaquero, Álvaro Garrido e Ignacio Gil -los integrantes que permanecen desde los inicios en un grupo por el que desde 1994 ha pasado una treintena de músicos-, junto con Francisco Orozco (residente en Francia pero colaborador tan estrecho en la última década que es ya casi el cuarto miembro estable de facto), han doblado la apuesta y para terminar de redondear el aniversario ofrecerán un programa especial y de estreno.

No todos los antiguos compañeros y cómplices durante estas dos últimas décadas participarán en el espectáculo, entre otros motivos porque no pocos viven o tienen compromisos en el extranjero, pero sí lo harán muchos: Mariví Blasco, José Luis Pastor, Arturo Barea, Vicente Gavira, César Carazo, Carmen Hidalgo, entre otros, además de algún "cameo" que el grupo prefiere no desvelar para no arruinar la sorpresa, junto con los actores Antonio Raposo y Eloína Marcos -"guías" de un concierto en el que que habrá momentos más o menos dramatizados-, desfilarán por el escenario del Lope en Goliardos, un montaje que captura a la perfección el espíritu de una formación consagrada a la recreación -nunca mejor dicho- libre y personal del repertorio medieval, e interesada, como apunta Orozco, en reivindicar "el lado noble" de la música que escuchaba el vulgo.

"En los programas de estudios y en la interpretación de la música de la Edad Media hay un elemento que no suele aparecer, y es la imaginación. Hay grupos muy buenos, claro que sí, pero cuya música resulta aburrida por su ejecución demasiado universitaria, como si fuera música en conserva, con lo cual al final ni siquiera es una música demasiado histórica si tenemos en cuenta que el pueblo, en definitiva, siempre bailó y cantó", dice Orozco. "Es verdad que suelen decirnos que somos un grupo que hace música divertida", tercia Garrido, y eso es lo que proponen ahora, de nuevo, "como si se tratara de un curso de Historia viva", en Goliardos. Un título, y un motivo, que hace referencia a aquellos fascinantes personajes que proliferaron en el medievo europeo. En España no abundaron o prácticamente no los hubo, pero hay quienes consideran al Arcipreste de Hita precursor o al menos divulgador de la singular tradición de esas figuras a caballo entre el juglar y el clérigo (muchos eran casi monjes que no acabaron sus estudios; o que se lanzaban a los caminos, a la aventura, para vender sus talentos poéticos y musicales a cambio de limosna con el fin de pagarse la formación en los monasterios; o que, una vez dentro de estos, ordenados ya, decidieron quitarse la sotana y acarrear esa sabiduría a las tabernas y los prostíbulos para enriquecerla "con otro tipo de sabiduría", como apunta Orozco).

Más allá de la potencialidad literaria de estos personajes, los goliardos, como ha demostrado la musicología moderna, tuvieron un protagonismo determinante en el desarrollo tanto de la música como de la literatura de la Edad Media, al fundir la cultura enclaustrada entonces en los monasterios y abadías con el acervo popular. De ese mundo, entre lo sacro y lo profano, procede el repertorio que interpretará Artefactum en su monográfico especial del martes, piezas eclesiásticas pero también dedicadas al vino, al juego, a la moral e incluso al erotismo, con frecuencia con un tono satírico y siempre con el aire del "primer auge del humanismo europeo"; un concierto, resume Garrido, que recorrerá, como aquellos clérigos-trovadores que vivían a salto de mata, el camino "del monasterio a las tabernas".

Un programa, además, fruto de muchas horas de investigación y estudio y dirigido principalmente en esta ocasión -pues todos participan colectivamente en el proceso- por José Manuel Vaquero, que es uno de los músicos de educación autodidacta en un grupo que conjuga ese aspecto -lo cual les da una saludable "frescura", asegura Garrido- con la formación académica en conservatorios. "La verdad", dice Vaquero, "es que cuando hace 20 años nos metimos a hacer música medieval teníamos muy poca idea y nos dedicábamos, sobre todo, a copiar a otros grupos europeos de aquel momento. Pero fuimos estudiando y consiguiendo un poco de dinero para adquirir instrumentos y en poco tiempo, al cabo de dos años, teníamos ya una filosofía propia". "Porque el timbre y la línea que tiene Artefactum", añade Garrido, "es propio, sí; no creemos que en Europa haya un grupo que suene como nosotros. La idea siempre ha sido intentar hacer algo lo más fiel posible a la música de aquellos tiempos". Y como en efecto "no hay deuvedés de actuaciones" de entonces, la vía elegida concede mucha importancia al rigor, pero no menos a la imaginación y a la libertad. Lo mismo, dicen, que aquellos andariegos músicos medievales que interpretaban a su antojo la tradición para lograr el aplauso del pueblo.

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