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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Crítica de Flamenco

Gigantes en los hombros

mi retoque del cante

XVI Noches en los Jardines del Real Alcázar. Cante: David Lagos. Guitarra: Alfredo Lagos. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Sábado 4 de julio de 2015. Aforo: Lleno.

El cantaor tiene un respeto enorme por su oficio. Por este ejercicio extraño de dar la vida por la boca. De mostrar las emociones, dejar al descubierto la intimidad. Porque la técnica, que este cantaor posee en alto grado: ese delicioso fraseo que no acaba nunca o que se interrumpe inopinadamente; o el conocimiento de la tradición, que David Lagos atesora como ningún otro flamenco actual, son meras excusas para ser quien uno es sobre la escena. Lo que vemos de Lagos es que tiene un respeto enorme por los que vinieron antes, por los que crearon estas melodías y textos sublimes: Chacón, El Garrido, Manuel Torre, Mojama, El Rojo, Chano Lobato, La Paquera, Agujetas... Y ese respeto le pesa, a veces en exceso. Un peso que se hunde, con toda la densidad de estos gigantes, en los hombros. Lagos es un cantaor serio, concienzudo, estudioso. Y cuando se relaja, en los estilos festeros con que cerró el recital, bulerías y cantiñas, la energía fluye mejor. El bello color de su timbre vocal se mostró entonces con toda su frescura y calidad.

Cantó de forma canónica la caña y los tientos decimonónicos, en los que Alfredo Lagos ofreció el contrapunto del toque nervioso jerezano patentado por Manuel Morao. Fino, sentimental, minucioso en la minera y emotivo en la malagueña de Chacón. Echó el resto en la esforzada seguiriya con cabal. En el tramo final del recital dio muestra de su dominio rítmico homenajeando a Chano Lobato o La Paquera.

Alfredo Lagos acompañó el cante de su hermano con la naturalidad y el mimo que da el trato familiar desde la infancia. El toque de Lagos es contemporáneo y clásico. Su guitarra destaca de entre el resto de las de hoy por su lozanía, por su aérea ligereza, incluso en formas tan tensas como las de Manuel Morao que señalábamos antes. Y luego, en una falseta por seguiriya o por bulerías, da cuenta de su complejo y rico mundo interior.

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