Crítica de Música

No hay burlas con el amor

mariví blasco y juan carlos rivera

Femás 2016. Programa: Obras de Ferrari, Caccini, Kapsberger, Strozzi, Landi, Mazzochi, Piccinini, Marazzoli y Monteverdi. Soprano: Mariví Blasco. Tiorba: Juan Carlos Rivera. Lugar: Espacio Santa Clara. Fecha: Viernes, 18 de marzo. Aforo: Dos tercios.

De por sí, cualquier concierto en el que aparezcan juntos los nombres de Juan Carlos Rivera y Mariví Blasco suscita interés inmediato. Pero si en el programa aparecen canciones del seicento italiano, no lo duden, asistirán a una velada única.

Bajo el título de A che belleza, que da también nombre a un maravilloso disco, los dos músicos desgranaron toda la paleta de retóricas en torno a las desdichas amorosas materializadas en algunas de las páginas músicales más sublimes y más refinadas de todos los siglos. Vistas sobre el papel no lo parecen tanto, pero cuando son interpretadas con la sensibilidad y el conocimiento de Blasco y Rivera se trasmutan en joyas de poesía y en perlas de condensada expresividad sonora.

Pero para ello es necesario adentrase hasta los últimos recovecos de los versos y hasta el sentido últimos de las palabras y de su correlato musical, algo que Mariví Blasco hizo anoche como nunca. Con la voz perfectamente colocada desde la primera nota, la valenciana empezó a acariciar con su fraseo delicado desde la primera canción, una pieza estrófica en la que la soprano encontró en cada repetición un pequeño matiz o un leve acento que variase la melodía. Gracias a su total inteligibilidad y al uso de reguladores y filados (sobrecogedores pianissimi), la emoción corrió por la sala en piezas tan conmovedoras como No me mueve mi Dios o Si dolce é il tormento. Rivera acompañó con creatividad y finura, las mismas que desplegó en las piezas a solo, en las que sobresalieron la claridad en las voces y el peso de los pasajes ostinati.

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