Contrapuntos profanos y festivos a tanto incienso

Andrés Moreno Mengíbar

31 de marzo 2009 - 05:00

Apurando los últimos momentos de la cuaresma y sufriendo las imposiciones horarias de los usos litúrgicos y paralitúrgicos de los templos en estas fechas (habría que plantearse adelantar fechas para evitar estos problemas y tener que empezar los conciertos tan tarde), Alfredo Bernardini y la Orquesta Barroca de Sevilla plantearon anoche un programa esencialmente festivo y desenfadado a base de composiciones profanas y cortesanas nacidas todas en el ámbito alemán de la primera mitad del siglo XVIII. La cara profana de estas fechas, porque la sagrada la pondrá la OBS como colofón del festival el sábado con la Johannes Passion de Bach.

Como siempre que Bernardini se ha puesto al frente del grupo sevillano, la cita se movió entre la fantasía ornamental, la variedad expresiva, los contrastes dinámicos y la búsqueda de nuevos efectos en obras bien conocidas por los aficionados. Tras un arranque poco claro de la Hipocondrie a 7 concertanti de Zelenka, con las cuerdas poco empastadas, el sonido mejoró sustancialmente con el pasaje fugado de la misma pieza. Un momento, además, en el que Bernardini alcanzó la suma claridad y transparencia en la exposición de las voces, explicitando la enorme sabiduría contrapuntística del compositor bohemio y la fuerza irresistible de sus combinaciones tímbricas y sus audacias rítmicas y armónicas. El seductor sonido de los oboes d'amore de Bernardini y Marsh extendió por el salvador un halo de terciopelo junto al sedoso fagot de Borrás. La Obertura de Fasch permitió gozar de una lección viva de articulación barroca, con momentos tan especiales como el Aria largo con el fondo del pizzicato sobre las maderas, o la sutileza en la combinación de legato y picado en el Menuet. Pero lo mejor estuvo, sin duda, en la Watermusic, donde no se sabe si alabar más el sonido del grupo, la variedad en los acentos o la riqueza ornamental y tímbrica.

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