El cambio nominativo de las direcciones generales de la Consejería de Cultura, anunciado hace cuatro días, supuso el principio de una transformación más profunda que continuará de manera oficial el próximo martes con la destitución en el Consejo de Gobierno de al menos tres cargos nombrados por la anterior consejera, Rosa Torres, y con los que, según fuentes consultadas por este periódico, el nuevo titular del departamento, Paulino Plata, no contará en su equipo directivo. Se trata de Pablo Suárez, todavía director general de Museos y Promoción del Arte (antes llamada Museos y Arte Emergente); Guadalupe Ruiz, al frente de Bienes Culturales; y Ana Navarro, encargada del área de Innovación e Industrias Culturales (antes, Industrias Culturales y Artes Escénicas). Sus relevos se conocerán también el martes tras la reunión oficial del Ejecutivo autonómico, en el que se desvelará el resto de modificaciones del nuevo gabinete de José Antonio Griñán. Por ahora, la cordobesa Rafaela Valenzuela, directora general de Libros, Archivos y Bibliotecas, continúa en su puesto.

Plata, Dolores Fernández, viceconsejera desde el pasado martes, y Bartolomé Ruiz, que ha asumido la decisiva Secretaría General de Políticas Culturales, están diseñando un nuevo organigrama en el que parece no haber espacio para los anteriores colaboradores de Torres. A la vista de las medidas adoptadas por el nuevo consejero, el planteamiento va encaminado a materializar una renovación que pasa por "el apoyo a la innovación en las industrias culturales, la promoción del paisaje y el impulso a espacios culturales, archivos, bibliotecas y museos", según la nota difundida por Cultura esta semana.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y doctor en Derecho Público por la de Almería, Pablo Suárez llegó a su Dirección General en 2008. De su paso por ella queda fundamentalmente su impulso al proyecto de rehabilitación integral -ya en ciernes- del Museo Arqueológico, que padece un grave estado de deterioro desde hace años pese a la magnitud de su patrimonio, la recuperación de la fluidez en el diálogo con el Ministerio de Cultura para la ansiada ampliación del Museo de Bellas Artes de Sevilla y la implicación personal en exposiciones que han representado un hito en la vida cultural de la ciudad, como El joven Murillo.

Ana Navarro, por su parte, llegó en 2008 al Gobierno andaluz tras un periodo vinculado al Ayuntamiento y la Diputación Provincial de Málaga. Su gestión en la Consejería apenas ha dejado una huella visible en su relación con el siempre complicado tejido empresarial privado de la comunidad.

Pese a una extensa trayectoria dentro de la Junta, Guadalupe Ruiz -que entre otras ocupaciones fue delegada de la Consejería de Cultura en Huelva y directora general de Fomento y Promoción Cultural- apenas ha tenido en esta ocasión tiempo para desarrollar sus proyectos en Bienes Culturales. Su marcado interés por la labor del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, donde se han llevado a cabo valiosas restauraciones, es uno de los rasgos más destacables de su última etapa.