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Cultura

La RAE elige al latinista Juan Gil Fernández como nuevo académico

  • El especialista madrileño, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla desde 1971, cubrirá la vacante dejada por Miguel Delibes en la institución

El latinista Juan Gil Fernández, catedrático de la Universidad de Sevilla y pionero de los estudios de latín medieval en España, fue elegido ayer académico de la Lengua para cubrir la vacante del escritor Miguel Delibes en la Real Academia Española. El especialista consiguió el respaldo necesario en la segunda ronda de votaciones, en la que para salir elegido necesitaba un mínimo de 18 votos y él obtuvo 23.

La candidatura de Gil Fernández (Madrid, 1940) fue presentada por Salvador Gutiérrez, Emilio Lledó y Francisco Rodríguez Adrados. Ocupará el sillón "e", vacante desde la muerte de Delibes en marzo del pasado año.

Darío Villanueva, secretario de la Real Academia Española, comunicó a los periodistas el resultado de las votaciones: "Hoy sí que hay fumata blanca, a diferencia de lo que ocurrió con la vacante de Ayala", el pasado 7 de abril, cuando quedó desierta porque ninguno de los tres candidatos que aspiraban a ella consiguieron los votos necesarios. "Juan Gil ha resultado elegido de forma muy holgada", dijo con satisfacción Villanueva.

Catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla desde 1971, el nuevo académico es doctor por la Facoltà di Lettere de Bolonia (Italia) y fue entre 1967 y 1971 profesor agregado de la Universidad Complutense, a la que ha seguido estrechamente vinculado.

Introductor de los estudios filológicos del Humanismo Latino, Juan Gil destaca además por una sólida aportación a la crítica de textos y a los autores antiguos. Su campo de estudio abarca a los autores de la antigüedad clásica, visigótica, mozárabe, de la expansión europea y el Humanismo, así como partes específicas de la Filología Griega y de la Lingüística Indoeuropea. Doctor honoris causa por la Universidad Complutense, ha participado dentro y fuera de España en seminarios y cursos, como los de las universidades UCLA (EEUU), UNAM (México) o Nihon de Mishima (Japón).

Autor prolífico y gran experto en Cristóbal Colón, entre sus libros figuran Temas colombinos (1986), Mitos y utopías del descubrimiento (1989), La India y el Catay: Textos de la antigüedad clásica y del medievo occidental (1995) y los ocho volúmenes de Los conversos y la inquisición sevillana, publicados entre 2000 y 2003.

"Ser académico es el sueño de todo filólogo, la culminación de una vida", aseguraba Juan Gil en una entrevista con Efe, en la que defendió con pasión la necesidad de saber latín y griego "para entender nuestro pasado".

Hermano del helenista Luis Gil -"entre los dos nos repartimos el mundo clásico"-, Gil no sabe aún qué labor le encomendará la Academia, aunque está claro que a esta institución le interesa contar con especialistas en una lengua que tanto ha influido en la española. "El mundo clásico cuenta ahora en España con mejores especialistas que nunca. El estudio del latín y el griego en los últimos 40 años ha tenido una afloración impensable, y yo no sé si la Academia ha querido premiar en mí el esfuerzo en general de todos", comenta este gran investigador.

El latín y el griego han ido perdiendo terreno en los planes españoles de enseñanza, y Juan Gil asegura que, "si el instituto cierra las puertas a las lenguas clásicas, o a las humanidades en general, unas y otras desaparecerán. Hoy por hoy, se considera que las humanidades no valen para nada y eso es un error manifiesto. Únicamente se va al corto plazo, a lo que tiene interés o se puede vender inmediatamente", se lamenta.

Y es que, para entender el pasado español -"en cualquier ruina nos salen nuestros antecedentes romanos"- y la literatura de los siglos XVI y XVII, hace falta tener "una cierta base de latín y de griego. El Quijote está lleno de reminiscencias clásicas, y lo mismo pasa con Lope de Vega y Calderón, y, por supuesto, con Góngora, que sin latín y griego no se entiende", dice Juan Gil, quien cubrirá la vacante de Miguel Delibes, un escritor al que admira profundamente. Le gusta su "precisión en el lenguaje" y, también, "la ternura con que trata a los niños en sus novelas, una faceta que se da en pocos escritores".

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