Las empinadas cuestas

amparo / rubiales

Machismo rampante

NUNCA imaginé, después de haber vivido la dictadura, una transición modélica y tantos años de democracia, que iba a conocer tantos disparates juntos. Lo que estamos oyendo en cuestiones de moral o ideología es de un mundo que creía olvidado. Que el presidente de la Comunidad de Madrid condecore al cardenal Rouco y diga "que es un referente intelectual y espiritual de millones de madrileños" es una desfachatez, porque un presidente de una comunidad es Estado y representa a tod@s l@s madrileñ@s y, para muchos, es lo contrario.

Con o sin campaña electoral, suceden cosas graves: que un recién elegido juez del Tribunal Supremo haya equiparado las bodas gais con la zoofilia o, lo que es más grave, que el anteproyecto de ley del aborto esté hibernado hasta que pasen las elecciones, para evitar que nos acordemos de que va contra la libertad y la seguridad de las mujeres, ocultándolo, en vez de defenderlo con "gallardía".

Un cura de un municipio andaluz hace una proclama machista en la homilía, afirmando que "hace tres décadas, a lo mejor un hombre se emborrachaba y llegaba a su casa y le pegaba a su mujer, pero no la mataba como hoy, porque antes había un sentido moral, unos principios cristianos y unos valores que hoy no hay", y lo justifica, a posteriori, aduciendo que "pegarse es menos que matarse", con lo cual es mucho más fácil la absolución del maltratador para que pueda ir al cielo. A las mujeres las han asesinado siempre y lo han justificado de mil maneras: "algo habrá hecho", decían. No se pueden tolerar ni chistes ni bromas sobre la violencia asesina.

En el Parlamento de Murcia se ha aprobado una moción para incluir a las embarazadas y madres jóvenes en cursos de educación a distancia porque así se les evita "la vergüenza" de que "acudan a clase en ese estado". Parece imposible que unos representantes políticos, la idea fue de una mujer, sean capaces de pensar que es bueno ocultar el embarazo, aunque, ante el escándalo que se ha montado, han suprimido lo de la "vergüenza" de la exposición de motivos, manteniendo sólo la recomendación de que puedan recibir "educación a distancia".

Lo más grave, sin parangón, es el largo secuestro de 200 niñas nigerianas ante la pasividad de Occidente, que clama contra esta ignominia sin hacer, por el momento, nada contundente. ¿Hubiera ocurrido lo mismo si los secuestrados fueran soldados del mundo "desarrollado"?

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