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La baldosa más cara del mundo

HASTA para robar en una institución pública hay que tener moderación y sobriedad. No conviene pasarse ni en las cantidades ni en los métodos, mayormente para no levantar la liebre y poder seguir llenándose los bolsillos sin que a uno lo detecten y desactiven. Lo mejor es seguir la pauta de un clásico de la picaresca andaluz, El Beni de Cádiz:

-Beni, ¿tú has trincado?

-Yo sí, pero mu poquito... casi ná.

No sé si la trama de corruptos de El Ejido empezó a desmoronarse por la investigación de oficio de Hacienda, Inspección de Trabajo o Fiscalía Anticorrupción o, como se dice ahora, por la denuncia de un comunicante anónimo situado en el organigrama de la empresa mixta Elsur, el instrumento esencial del tinglado de almacenamiento y reparto de la manteca. Ahora bien, lo que está claro es que Elsur ha ido dejando huellas abundantes y vistosas de sus actividades irregulares. Sólo faltaba tirar del hilo de alguna de ellas.

Un hilo interesante es el que parte de la factura emitida por Elsur y pagada por el Ayuntamiento por la sustitución de una baldosa dañada en la Plaza Mayor de la localidad. La cambiaron, en septiembre de 2003, por una losa de un metro cuadrado. De mármol blanco, un material que podríamos pensar caro. Pero salió más cara la obra porque para su ejecución se utilizaron, según facturación, dos retroexcavadoras, un camión basculante, una furgoneta, 35 kilos de hormigón y 250 metros de cinta de señalización, y se empleó a dos oficiales de primera, dos de segunda y tres peones, que estuvieron trabajando 27 horas. Por todo ello se pasó al cobro una factura de 2.134 euros.

-Dios mío de mi alma, ¿eso es una baldosa o la pirámide de Keops?

La hinchazón de las facturas, que permitía una satisfactoria distribución de beneficios entre todos los miembros de la trama, tuvo otro ejemplo despendolado en la colocación de una bombilla en la taquilla del estadio local con motivo del recital de un cantante de medio pelo. Un oficial y un peón trabajaron diez horas y se facturaron 572 euros al municipio. Debieron quedar deslomados por el esfuerzo hercúleo de poner la bombilla. Trasplantar seis árboles, seis, en dos rotondas ejidenses le supuso a los contribuyentes un gasto de 7.000 euros. Todas estas y muchas otras intervenciones, acumuladas año tras año, explican que el montante de lo expoliado por la trama ascienda a decenas de millones. Lo inexplicable es que dando el cante tanto y tan seguido no se haya desmontado antes.

Debemos llamar al Guinnes para que declare formalmente a la de la Plaza Mayor de El Ejido "la baldosa más cara del mundo" o hacer excursiones para contemplar la bombilla más costeada. Presuntamente, por supuesto, que la Justicia aún no habló.

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