tribunales El doble crimen de una funcionaria y su hijo en Almonaster La Real

Una coartada de 18 años

  • El boliviano que asesinó a María del Carmen Espejo y a su hijo Antonio en una finca de Huelva decapitó los cadáveres siguiendo un posible sacrificio a una diosa andina

Una coartada de un profesor de Matemáticas que se mantuvo intacta durante 18 años y un doble crimen que estuvo a punto de no resolverse, de no ser por una exhaustiva y compleja investigación policial. Genaro Ramallo Guevara, el presunto asesino, decapitó los dos cadáveres de su pareja, María del Carmen Espejo, y de su hijo Antonio, en una acción que los investigadores creen que podría estar relacionada con un sacrificio a la diosa andina Pachamama, que posibilita la vida y favorece la fertilidad.

El juzgado de Aracena (Huelva) acaba de levantar el secreto de sumario en el caso del asesinato de la sevillana María del Carmen Espejo, que tenía 26 años en 1993, cuando desapareció junto a su hijo Antonio, de menos de 10 años.

El presunto asesino, Genaro Ramallo, logró mantener durante 18 años una coartada que ahora ha tumbado el grupo de Homicidios de la Jefatura de Policía de Sevilla, que ha logrado reconstruir una investigación que la Guardia Civil dio por concluida después de practicar unas escasas diligencias que condujeron al sobreseimiento de la causa por parte de un juzgado de Huelva. En aquella primera investigación, se dio por buena la versión del ahora imputado, según la cual, María del Carmen le había abandonado y se había ido a vivir a Madrid con otro hombre, llevándose al hijo común de ambos.

El abogado Mariano de Alba Rufián, que ejerce la acusación particular en representación del padre y abuelo de las víctimas, recordó ayer a este periódico que esa supuesta coartada del ciudadano boliviano estuvo avalada, en su momento, por sendas cartas enviadas a una tía de María del Carmen y a la delegación provincial de Turismo en Huelva -donde la víctima trabajaba- en las que aparentemente la mujer decía que se encontraba bien y que abandonaba su puesto. El abogado sospecha que esas cartas las escribió el propio acusado, que tiene 53 años y daba clases particulares de Matemáticas en una academia en Huelva.

Genaro Ramallo logró persistir en ese engaño hasta 2010, cuando la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional retomó la investigación, que se encargó al grupo de Homicidios de Sevilla, quien volvió a interrogar a los posibles testigos de 18 años atrás. Los agentes se entrevistaron con todo el entorno familiar y laboral más próximo de la fallecida, contrastando los testimonios recabados con las declaraciones que realizó Genaro Ramallo, y de esta forma llegaron a la conclusión de que, en contra de la versión inicial del presunto asesino, María del Carmen y su hijo no se habían marchado voluntariamente a Madrid.

Los investigadores averiguaron entonces que tan sólo un par de meses antes del crimen -que tuvo lugar a mediados de agosto de 1993-, Genaro adquirió una finca en la aldea de Calabazares, en Almonaster La Real. "Sospecho que compró esa propiedad con la intención de cometer los crímenes allí, para que no se encontraran los cadáveres", advirtió Mariano de Alba, que explicó que la finca está en un terreno de difícil acceso y al que sólo se podía llegar a pie. El abogado piensa que el día del asesinato, Genaro llevó a Carmen y a su hijo a la finca para dormir en una tienda de campaña, y acabó matándolos. Los cuerpos de María del Carmen y de Antonio fueron hallados el 15 de septiembre de 2011 en un pozo de la finca de Genaro Ramallo. Los cadáveres estaban decapitados -estas lesiones se realizaron post mórtem, a juicio del letrado-, enterrados bajo media tonelada de piedras, y en la zona se hallaron además dos juegos de esposas, fustas, jeringuillas y envases de algunos fármacos tranquilizantes.

Los restos de esos fármacos llevan al abogado de la acusación particular a sospechar que antes de dar muerte a las dos personas, el presunto asesino pudo drogarlos echándole estas sustancias en la comida o la bebida.

Pero lo más sorprendente dentro de este truculento crimen es la decapitación de los cuerpos, una acción que se sospecha puede estar relacionada con un rito o una ofrenda a la diosa andina Pachamama, precisó Mariano de Alba. La Pachamama es una divinidad que representa a la tierra y posibilita la fecundidad, y en su honor se realizan en el mes de agosto ofrendas sacrificando animales como las llamas para derramar su sangre. La Pachamama tiene hambre frecuente y si se le ofende, la creencia dice que provoca enfermedades.

Poco tiempo después de que se hallaran los cadáveres, Genaro Ramallo se marchó de Huelva hasta que fue detenido el 30 de septiembre en Toulouse (Francia). Entre tanto, envió una carta a un periódico en el que negaba los crímenes al asegurar que aquel día se encontró muertos a su mujer y a su hijo cuando hacían camping. Su versión no despeja por qué decapitó y ocultó los cuerpos, una incógnita que sigue sin respuesta dado que se negó a declarar ante el juez.

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