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Son y están · José Recuerda

"No podemos seguir en el círculo vicioso de los pagarés"

  • Derrotó a la pobreza y al analfabetismo en el sector de la construcción, donde hace 23 años pasó de empleado a empresario, y partiendo de cero ha dado prosperidad a mucha gente. Ahora, con las viviendas de toda la familia hipotecadas para salvar la empresa y a su plantilla, personifica a las víctimas de la morosidad que sostienen la economía.

LA permanencia subido a una grúa de su hijo José Manuel durante varios días (ahora relevado por un representante de la empresa COU4, de Utrera) para exigir el pago de 385.000 euros que les adeudan, en una acción vinculada a la paralización, por deudas de un millón de euros en las obras de 372 viviendas de protección oficial en Entrenúcleos (Dos Hermanas), adjudicadas por la constructora Detea, ha puesto el foco en el calvario que viven empresas como Construcciones Oromana, que luchan para seguir activas y dando empleo en una situación de derrumbe de la economía en general y del sector de la construcción en particular.

Su fundador, José Recuerda Lara, nació en Antequera hace 64 años. Es el séptimo de nueve hermanos. Su padre trabajó de encargado de una fábrica de mantas y de una azucarera. Su madre se afanaba en casa. Está casado con una sevillana del Cerro del Águila, el barrio al que él llegó a los 17 años. Tienen tres hijos y tres nietas. Ahora viven en Alcalá de Guadaíra.

-¿A qué edad empezó a trabajar?

-A los nueve años. Nunca pude estudiar, he tenido que salir adelante pese a ser analfabeto. Trabajaba desde niño en el campo, en la aceituna, guardando ganado... Me fui a vivir a Sevilla porque tenía familia, con una prima hermana me quedé. Me metí a peón de albañil, la primera obra en la que trabajé fue de unos pisos en La Pañoleta.

-¿Cómo se hizo empresario?

-Iba trabajando de una empresa a otra, y cuando se acababa la obra me dejaban parado. Buscaba otra obra y así iba tirando. Hasta que unos compañeros y yo tuvimos problemas con el cobro en una empresa, llevábamos tres meses esperando que nos pagaran, y propuse que nos constituyéramos en empresa para hacer las obras, porque si no veíamos lo que pasaba con los pagos. Y Construcciones San José me propuso hacer unas viviendas en El Puerto de Santa María. Era 1989. Me dieron un millón de pesetas, y compré maquinaria para empezar. Así fue, y sin parar hasta hoy. La empresa se llamaba Estructuras El Pelícano. Después, en 2004, fundamos Construcciones Oromana, que ahora está a nombre de mi hijo pues ha asumido su dirección.

-¿Qué obra le enorgullece más?

-De una que no llevé yo sino mi hijo: los pilares grandes del Estadio de la Cartuja. Nos especializamos en cimentación, forjado y estructuras. Hemos participado en muchísimas obras. Por ejemplo, el nuevo aparcamiento del aeropuerto de Sevilla. La nueva facultad de Ciencias de la Educación. Varios edificios del campus de Reina Mercedes. Muchos colegios. Tres de las últimas estaciones de trenes de cercanías en la provincia de Sevilla. Y conjuntos de viviendas por todas partes: San Jerónimo, Los Bermejales, Pino Montano,... En la Expo 92 participamos en la construcción de los pabellones de Australia, Puerto Rico y Cataluña, echamos una mano en el de Italia,... Hemos trabajado con grandes empresas: Fomento, Sacyr, Corsan-Corviam, Azvi, San José, etc.

-¿Cuántos obreros tenía en la época de mayor apogeo?

-En El Puerto de Santa María empezamos ocho que nos convertimos en socios de la empresa, y ocho trabajadores más. Y he llegado a tener a la vez a 190 en plantilla. En el peor momento de contratación solo hemos tenido 23. Ahora son 65, cifra elevada para como está la cosa, para no quedarte sin faena hay que moverse mucho. Antes duraba un obra dos años. Hoy, con los avances técnicos, en estructuras se hace lo mismo en seis meses.

-¿Cuánto trabaja y cuánto gana?

-Estoy en las obras a las siete o las ocho de la mañana, y muchos días aún no he terminado en la oficina a las nueve de la noche. Me tengo puesto un sueldo de 1.800 euros, con eso vivo. Cuando la empresa ha ganado dinero, se han guardado los beneficios para afrontar los momentos de dificultad.

-¿Es inevitable ser moroso?

-Siempre he llevado al día el pago a mis trabajadores. No le debo nada a Hacienda ni a la Seguridad Social, ni con Estructuras El Pelícano ni con Construcciones Oromana. Solo le debo dinero a los bancos por los palos que me han dado algunas empresas. Cuando tuve un momento de grave dificultad en el pago, reuní a los 65 trabajadores en la oficina, les expliqué la situación. Les garanticé que cobrarían antes o después, y que entendía si alguien quería marcharse. Y todos me dijeron que se quedaban, y que tiraban para adelante en el tajo, porque yo nunca les había fallado.

-¿Cuándo comenzaron las grandes dificultades que padece?

-Hace cuatro años, después de hacer en Villanueva del Ariscal más de 160 viviendas, los bancos me devolvieron los pagarés de la promotora Tecnor. También les trabajaba para otra promoción en Camas. Y me encontré con una deuda de más de un millón de euros. Hace dos años, en el barrio de San Jerónimo, le levantamos las viviendas a la Inmobiliaria Puerta de Hierro, y nos dejó a deber 360.000 euros. A eso se le sumaban deudas que iban surgiendo en otras obras, en una 60.000 euros, en otra 50.000, etc. Y la puntilla nos llega con el impago de Detea en Entrenúcleos, nos deben 385.000 euros. No podemos aguantar más. Somos empresarios que no tenemos ayudas ni subvenciones de uno u otro gobierno.

-¿Qué ha hecho para resistir?

-Tengo hipotecadas seis viviendas: las mías, las de mis hijos y la de mi cuñado. Y si no cobramos las deudas, lo perderemos todo, ya no tengo más recursos para mantener la empresa y los empleos ante los impagos. Si hubiera sido egoísta, con la de obras que he hecho, estaría retirado y viviendo muy cómodo.

-¿Acaso se fía en exceso de las promotoras?

-Lo grave es que hay empresas que se saben abocadas a la suspensión de pagos, lo ocultan, y ponen en marcha obras. Dejan colgados a empresas como la nuestra, y se transforman en otras sociedades para escaquearse de sus responsabilidades. Y nos quedamos solos a la hora de pagarles a los bancos. El Gobierno permite estas situaciones. Yo tengo pagado el IVA de los 385.000 euros que le he trabajado a Detea en Entrenúcleos y no me ha abonado. A eso no hay derecho.

-Empresas como Detea también se definen víctimas de la morosidad, le deben 30 millones.

-Yo no digo que no sean víctimas. Pero para la promoción de Entrenúcleos, Cajasol les está dando el dinero, pero a nosotros no nos paga al contado sino que nos obligan a coger la obra aceptando el cobro a 180 días. Así está el gremio ahora. Y si no aceptamos, nos quedamos sin el trabajo. Las tres empresas a las que nos debe todas las facturas estamos sufriendo lo mismo, con el riesgo de cerrar las tres y que se queden en la calle 250 trabajadores. El Gobierno tiene que frenar esto y que el paro no crezca.

-¿Los pagos no son escalonados?

-Hace seis meses nos tenían que haber abonado una cantidad inicial de 60.000 euros, y no lo hicieron. Y eso que nos pidieron el favor de que le consiguiéramos el hierro para la obra, y le facilitamos la entrega de 83.000 kilos de hierro. Se han ido acumulando los pagarés que no podemos cobrar. Todo ese dinero que debía estar ingresado, yo lo he gastado para hacer la obra y para pagar a mi plantilla. Y son viviendas que están todas vendidas antes de su construcción, es decir, hay negocio para la promotora. Son viviendas que cuestan entre 83.000 y 105.000 euros, un precio asequible al que sí son muy demandadas. Los propietarios tendrán que reclamar qué está sucediendo.

-¿Qué cambiaría usted?

-Que los bancos no acepten pagarés. No podemos seguir con ese círculo vicioso. Las empresas grandes que puedan acometer proyectos, adelante, y que abonen los servicios prestados con un pronto pago. Y las que no tengan dinero, que no sigan. Porque así no nos veríamos cogidas por la espalda tantas empresas, que, para aguantar, hemos de empeñarlo todo, a riesgo de que los bancos se queden con todo si siguen devolviendo los pagarés.

-¿Qué obras mantiene en activo?

-Otra promoción de viviendas de Entrenúcleos, con Heliopol; unas instalaciones deportivas en Tomares, y con la empresa Vias vamos a hacer 317 viviendas en Ceuta, a final de mayo ya estaremos allí. Hay que seguir luchando. A ver si me puedo jubilar en paz a los 67 años.

-¿Usted no percibía que el país estaba desbocado?

-Sí, y que habría un bajón, pero no pensaba que fueran tan profundo. Antes llamaban la atención esas recalificaciones de terrenos, decididas por los ayuntamientos, en los que se multiplicaba por diez el valor del suelo. Eso no podía ser. Yo compré una casa de playa en Islantilla que me costó 16 millones de pesetas. Y a los dos años me ofrecían 30 millones. Y a los cuatro ya eran 60 millones. ¡Si la hubiera vendido antes de los palos que me han dado con los impagos! Y antes de hundirse el precio de nuestro trabajo, por hacer las estructuras se paga ahora lo mismo que hace quince y veinte años, han bajado más de la mitad respecto a lo que se pagaba hace cuatro años.

-¿La sociedad no tiene culpa de entramparse de modo temerario?

-Sí, pero cuando la gente iba al banco a pedir un préstamo y te ofrecían más dinero... Yo fui para hacerme mi casa. Pedí 20 millones de pesetas y en el banco me insistían para subir a 25 millones. Acabamos por pactar 22,5 millones. Ahora, los bancos califican con el código rojo a cualquier persona del sector de la construcción. Y no le dan un crédito por mucha antigüedad que tenga en una empresa.

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