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Sevilla

Un viajero romántico en el siglo XXI

  • Philippe Dejacques vino por primera vez a Sevilla con sus amigos en 1968 Junto con su esposa y su hijo, pasa las vacaciones en el céntrico hotel Los Seises año tras año desde 1997

Cuando Antonio Machado escribió aquello de la Sevilla sin sevillanos hace casi 90 años, probablemente no se hacía a la idea del éxodo que ahora se produce en el mes de agosto y que ayuda a comprobar si la ciudad es o no una maravilla. Lo que tampoco podía imaginar el poeta es que a los oriundos de la ciudad los iban a sustituir los turistas. Los herederos de los viajeros románticos del XIX pueblan las calles a las horas en las que los sevillanos que no se han podido exiliar dormitan debajo de los aires acondicionados.

Después de mayo del 68, el parisino Philippe Dejacques se embarcó junto con sus amigos en un viejo coche para visitar Andalucía. Con 18 años llegó a Sevilla y quedó prendado de la capital. Años después, convertido en el doctor Dejacques, se casó con Sandrine y ambos se establecieron en Plougastel, un pequeño pueblo cercano a Brest, en la Bretaña francesa. Las primeras vacaciones de los recién casados, en 1995, tuvieron lugar, como no podía ser de otra manera, en Sevilla, animados por los buenos recuerdos que él atesoraba.

No fue hasta 1997 cuando la pareja empezó a hospedarse en el hotel Los Seises. Desde entonces han ocupado asiduamente la habitación 217 de este establecimiento inaugurado el año de la Exposición Universal en unas dependencias infrautilizadas del Palacio Arzobispal. A Philippe y Sandrine los acompaña desde hace ocho años y medio su hijo Antonin. La primera visita del pequeño se produjo cuando todavía estaba en el vientre de su madre, pero al nacer los Dejacques tuvieron que cambiar septiembre por agosto para adaptarse al calendario escolar francés.

Este cambio supondría una locura para los locales, pero para este matrimonio es una bendición. "En Bretaña siempre está lloviendo. Cuando llegamos, el calor nos sirve para cargar las baterías", asegura Philippe. Lo que más les gusta de la ciudad, lo que les hace volver año tras año durante dos semanas es la forma de vida, la tranquilidad, la capacidad de ir andando a todos sitios.

La familia recorre sus lugares preferidos con Antonin en su patinete abriendo la comitiva. Les encanta pasear por los alrededores de la Catedral y las calles estrechas del barrio de Santa Cruz. "También nos gusta mucho la zona del Guadalquivir, por la vida que tiene", recuerda Sandrine a su marido. Philippe, como coleccionista de arte que es, destaca el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), "un museo muy internacional, muy interesante".

A pesar de llevar 19 años viniendo juntos a Sevilla, nunca han acudido ni a la Semana Santa ni a la Feria de Abril, ya que por esas fechas están trabajando. Sin embargo, forman parte de esa afición francesa a los toros que suele poblar las gradas de la plaza de toros de la Real Maestranza. Philippe se lamenta de que hayan dejado de celebrarse corridas en agosto, pero cuando las había solían acudir a los tendidos del coso del Arenal. Entonces, el problema era qué hacer con su hijo mientras el matrimonio estaba en la plaza. La solución estaba mucho más cerca de lo que se puede pensar. Fueron las propias trabajadoras del hotel, las camareras, las que hicieron las veces de canguro.

Mari Ángeles es una de estas empleadas que se ha encargado del pequeño desde que tenía aproximadamente 2 años. "Era muy curioso vernos pasearlo, tan rubio, en un carrito con las gafas de sol puestas por Santa Cruz", recuerda con cariño Mari Ángeles. Antonin ha comido en su casa y se ha bañado en su piscina, como uno más de la familia, lo que ha sido posible por la confianza que los Dejacques depositan en ella y otras de sus compañeras: "Son como los parientes que vienen en verano de vacaciones". El sentimiento es mutuo, ya que Sandrine asegura que el hotel se ha convertido en su segundo hogar: "No tenemos otra casa. Si dejáramos de venir sería una pérdida para nosotros"

No todo ha sido idílico en los viajes del matrimonio por Sevilla. Cuando no había nacido su hijo, a veces venían dos veces al año, una en verano y otra en invierno, y en de enero de 1998 Philippe y Sandrine se hospedaban en Los Seises. La banda terrorista ETA eligió la cercana calle Don Remondo para llevar a cabo el asesinato de Alberto Jiménez Becerril y su esposa. Después de pasar el día en una playa de Málaga, la pareja se vio sorprendida por las manifestaciones de repulsa que se celebraron en la ciudad .

Las personas suelen quedarse con los recuerdos positivos, por lo que esta desagradable coincidencia no hizo que esta familia francesa dejase de venir a Sevilla, año tras año. A día de hoy no descartan que la ciudad se convierta en el lugar de su retiro. "¿Por qué no?", dice divertido Philippe, "ojalá podamos venir siempre".

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