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Sevilla

Los urinarios públicos llevan cerrados más de un año

  • El contrato con Cemusa, la concesionaria del servicio, finalizó en abril del año pasado

En Sevilla hay algo que no abunda y son los baños públicos. Hay diez urinarios repartidos por toda la ciudad y estratégicamente situados en lugares de mucha afluencia de público, pero están cerrados desde hace más de un año. En abril de 2012 expiró el contrato entre el Ayuntamiento y Cemusa, la empresa concesionaria de este servicio, y desde entonces los retretes están inutilizables.

El Ayuntamiento debía sacar a concurso público el servicio para que otra empresa o la misma, que reconoció estar a la espera de conocer las nuevas condiciones para ver si se hacía con el contrato de nuevo, lo prestase en el futuro. El Consistorio compró a Cemusa siete de las diez instalaciones: la de la Plaza Nueva, las dos de la Plaza de España, la de la Plaza de América, la del Paseo de Colón, la de la Plaza del Duque y una en Menéndez Pelayo. Quedaban tres que debían ser retiradas por la empresa que fue la encargada del servicio para dejar la zona tal como estaba antes. Son los urinarios de La Barqueta, Menéndez Pelayo (el más próximo a Cano y Cueto) y la Avenida de Roma, pero no han sido retirados. En un principio, fuentes municipales aseguraron que existía la posibilidad de que la instalación de la Plaza del Duque se cediese a Tussam y así conservar la de la Avenida de Roma. Actualmente los diez retretes siguen donde estaban y cerrados, mientras turistas y oriundos se acercan buscando satisfacer sus necesidades fisiológicas, según comprobó este periódico.

"Sólo te queda el bar", dice un quiosquero de la Plaza de España. Explica, además a este periódico que "no hay dónde hacerlo en todo el parque" porque también los aseos originales llevan cerrados "por lo menos más de 15 años". La situación se repite en la Plaza Nueva, donde un grupo de turistas se acerca a la instalación urinaria buscando la manera de acceder, mientras un quiosquero de la plaza les avisa de que lleva meses cerrada. "Al bar o al hotel, no hay otra", les explica. Estos urinarios públicos sustituyeron a los que se situaban en los principales parques y avenidas y que regentaban empleados públicos que se encargaban de cobrar el servicio y mantenerlos limpios. Ahora la ciudad no tiene ni una cosa ni la otra.

El servicio no es obligatorio pero es una reclamación de viandantes y turistas junto a tener más sombra y más fuentes.

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