Juan Ignacio Zoido se estrenó hace dos años como alcalde de Sevilla con la promesa de mirar la ciudad desde los ojos de todos los sevillanos. De todos los distritos y de todas las condiciones. No en vano, sólo la suma de votos de todos ellos puede explicar la aplastante mayoría absoluta que consiguió en junio de 2011. Y luego vino la lista de compromisos adquiridos. No todos eran grandes proyectos de ciudad, equipamientos o soluciones al paro. Algunos eran meros gestos personales, con los que demostrar que iba a cumplir su palabra y que sería el alcalde de todos los sevillanos.

Zoido ha visitado domicilios particulares y ha compartido trabajo, durante unas horas y como observador, con los trabajadores municipales. Su última salida fue con los policías del turno de noche, la unidad de intervención nocturna. El horario de estos agentes, que inician su faena al filo de la medianoche y concluyen al amanecer, impide un mayor acercamiento al político y hace que su labor pase más inadvertida. Y por ello el alcalde quiso tener un gesto con ellos.

Tal vez se acordara de su compromiso en estos días en los que la labor de estos policías ha sido clave en las Tres Mil Viviendas. ¿Y cuándo no lo es? Lo cierto es que el tiroteo que acabó con la vida de una niña de siete años la pasada semana ha puesto en el escaparate a estos agentes que patrullan a diario por una Sevilla que, muy a menudo, se escapa de los ojos de los políticos.

A la Plaza del Platanero, un verdadero gueto en Torreblanca que nada envidia a Las Vegas, se va en campaña electoral o acompañado de una cohorte de técnicos y concejales. Y de día. Hay una Sevilla marginal, que los políticos se afanan en ver como en proceso de normalización, que difícilmente se puede imaginar leyendo un mero parte policial o un suceso en las páginas de los periódicos. Desde ayer Zoido podrá hablar de ella con conocimiento de causa.

El alcalde, aprovechando la palabra dada a la unidad de intervención nocturna, se subió en un patrullero en la madrugada del martes y pidió recorrer las zonas más marginales de la capital. Lo peor de Sevilla. Una ruta turística por asentamientos chabolistas y barrios sin ley de más de tres horas de duración. Zoido estuvo acompañado por el delegado de Seguridad, Juan Bueno, que todavía está aterrizando en la materia tras la marcha del en otro tiempo comisario de la Policía Nacional y ex concejal Demetrio Cabello.

No quiso fotos, ni comunicados municipales, pero la noticia del alcalde subido al patrullero por las Tres Mil se corrió entre el Cuerpo como la pólvora. Su gesto le honra. Hacer política de una desgracia no es de recibo. Pero no hacerla ante una situación extrema como la que se vive en la Sevilla marginal, tampoco. Sólo cabe esperar que la iniciativa de Zoido no se quede en el recuerdo de una noche por los infiernos de las otras Sevilla. En una experiencia más. El Polígono Sur y otros sumideros de miseria y crimen como el Vacie o determinadas zonas de Torreblanca urgen soluciones.