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Obituario

Manuel Gonzalo Mateu, un modo de entender la política

  • El histórico líder comunista Manuel Gonzalo Mateu falleció el pasado sábado a la edad de 84 años en su casa de Bellavista.

El histórico líder comunista Manuel Gonzalo Mateu falleció el pasado sábado a la edad de 84 años en su casa de Bellavista, de cuya historia, política y social, formaba parte. Fue ante todo un apasionado. Por eso dedicó buena parte de su vida a hacer, pensar y discutir cómo construir, para todos, una vida más libre y más digna. Así entendía la política. Sin cargos y con trabajo. Ahora, cuando nos ha dejado, merece la pena evocar su memoria.

Nacido en Guarromán, Jaén, no había cumplido aún diez años cuando, desde la plaza alta del pueblo, vio llegar a los sublevados, vencedores de la Guerra Civil. Hijo del concejal comunista del pueblo, Pedro Gonzalo, supo de la condena a muerte de su padre, conmutada más tarde por la de destierro indefinido del pueblo. Manuel no se marchó de la zona. Comenzó a trabajar en la comarca minera de Puertollano. Allí se casó y allí nació su hijo mayor y también vivió una primera protesta, una de las huelgas que el franquismo declaraba inexistentes. Después, en 1961, se trasladó con los suyos a Sevilla, a Bellavista, donde ya vivía su padre, el desterrado Pedro Gonzalo.

SACA, Sociedad Anónima de Construcciones Agrícolas, formaba parte del sueño autárquico franquista hasta que a inicios de los años sesenta llegó a ciertos acuerdos con International Harvester para fabricar y distribuir tractores. Manuel Gonzalo fue uno de sus 428 trabajadores. Cuando en 1967 la multinacional cerró la fábrica, se sucedieron en Sevilla movilizaciones obreras y acciones de protesta. Manuel Gonzalo fue detenido y encarcelado. No perdió por eso su temple luchador: lo continuó en Abonos Sevilla (Explosivos Río-Tinto) y en las Comisiones Obreras.

En aquellos años, Comisiones Obreras promovía un sindicalismo que cabría llamar de amplio espectro: junto a las exigencias salariales (básicas, dados los niveles de inflación), reivindicaba los derechos sindicales, mientras a la vez, fuera de la fábrica, planteaba mejores condiciones de vida en los barrios y protestas contra la incesante subida de precios. En conjunto, tales propuestas (muy parecidas a las que en Italia defendían unitariamente las tres centrales sindicales) eran una requisitoria contra la dictadura, pero la crítica partía de abajo, de una incansable labor de conversación, comentario y discusión, que, además de explicar en términos políticos lo que sucedía, lograba que muchos perdieran el miedo a algo tan básico como era sencillamente hablar. En esta labor Manolo Gonzalo fue incansable.

Por eso, cuando cerró la factoría, continuó su labor en el barrio, peleando por lograr el desplazamiento de la autovía, el paso subterráneo hacia la antigua carretera de Dos Hermanas o las necesarias garantías ante los riesgos de la factoría de Uralita. No sólo le interesaban los logros sino la manera de conseguirlos, mediante el compromiso de personas, convencidas por sus palabras claras y su comportamiento transparente. Todo un modo de concebir la política que a más de uno, en aquellos años, nos resultó convincente. Todo esto puede sonar hoy extraño o al menos lejano. Pero quedan sus ecos, en las palabras y las actitudes de personas como Manuel Gonzalo Mateu. Quizás señalen caminos de futuro.

Gonzalo Mateu, que cuenta con una calle a su nombre en Sevilla, fue enterrado ayer en el cementerio de Dos Hermanas.

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