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De Medina Sidonia a Bruselas

  • Reconocimiento. Los arquitectos sevillanos Juan José López de la Cruz y María González recogerán un galardón europeo por un proyecto ya premiado en Berlín, Viena e Italia.

SIETE de cada diez amigos arquitectos de María González (Ayamonte, 1975) y Juan José de la Cruz (Sevilla, 1974) están en el extranjero. En su caso, los que viajan al extranjero son sus proyectos. Su transformación de un antiguo matadero del siglo XIX de Medina Sidonia en Escuela de Hostelería ha merecido galardones en Viena, Berlín y Ferrara, con jurados presididos por el chino Wang Shu o el australiano Glenn Murantt, ambos con el Pritzker de Arquitectura. Por este trabajo que les encargó el Ayuntamiento de Medina y Forja XXI recibirán el próximo día 18 en Bruselas el premio de la Fundación Philippe Rotthier.

Firman juntos sus proyectos arquitectónicos y sus libros. Autores de El dibujo del mundo, el titulado Proyectos Encontrados es metáfora de su propia trayectoria vital. Celebran el mismo día su cumpleaños -con una Nochebuena de diferencia-, se conocieron en la Escuela de Arquitectura, "en la cafetería que ya no existe", y acabaron la carrera en la prestigiosa escuela de Arquitectura de París-La Seine, donde descubren el encanto de la planta baja para trabajar "a pie de calle". Además de compartir estudio en la calle Sol y pasión por el oficio, son padres de Telmo y Luján.

El jueves de la semana que viene viajan a Bruselas para recibir el galardón que les acredita como firmes valores de la nueva arquitectura europea. Se perderán la inauguración el mismo día de una muestra de joven arquitectura en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo en la que participan con la propuesta Vive la Resistence¡, título tomado de un manifiesto de 1918 a artistas expresionistas, cubistas y futuristas.

Con un año de diferencia, el lapso que les acompaña entre las Nochebuenas de 1974 y 1975, la última con Franco, la primera sin el dictador, respectivamente -más metáforas- empezaron los estudios de Arquitectura en el contexto de la Expo del 92. Juanjo recuerda los precedentes, la demolición del muro de Torneo y la fascinación por pabellones de Finlandia y Japón. María llegó a Sevilla en primero de carrera en los estertores de la Expo. "La recuerdo como un parque temático, como quien va a Eurodisney".

Esa visión la volcaron en el texto Un cohete en la cartuja, colaboración a una guía de la nueva arquitectura de Sevilla. Panorama más bien desolador de una megápolis con un cohete, una bola bioclimática, una nave futurista, un canal sin agua, unas chimeneas sin humo. "Acaso la media ciudad feriante de Sofronia imaginada por Italo Calvino habite en la Isla de la Cartuja". En la mesa de su estudio tienen un ejemplar de La ciudad de Chaves Nogales, para quien una calle es "una síntesis del mundo". La Cartuja, con esa óptica, sería una antítesis mundial de lo que fue Universal.

El antiguo matadero reconvertido en Escuela de Hostelería sólo funcionó durante unos meses. Duerme el sueño de los justos, como otros de sus proyectos: el palacio de Congresos y Exposiciones de Ayamonte o el Instituto Andaluz de Biotecnología de la Cartuja. Para los mal pensados, sí funcionan la nueva cafetería del hospital de la Macarena, "donde el éxito de público llegó antes que el de crítica", o la guardería de Ayamonte, guiño a los pocos años de Telmo, a los pocos meses de Luján, proyecto que llamó la atención de un estudio de arquitectura de Burdeos que embarcó a María y a Juanjo en la realización de una guardería para el Liceo Francés de Madrid.

Era más explícita la vocación de María que la de su compañero. "Yo decía como en El Padrino yo quiero ser uno de ellos", dice la ayamontina. Juanjo quería estudiar Medicina, aunque tenía una relación con el dibujo obsesiva, "dibujaba lo mismo en una mesa, ganándome la bronca de mi madre, que en los márgenes de los cuadernos". La geografía también tendió puentes entre sus vidas. Este joven arquitecto es hijo de Juan José López Garzón, que antes de llegar a la delegación del Gobierno en los dominios de Aníbal González fue gobernador civil de Huelva. Circunstancia familiar que no le resta ni una coma para criticar la falta de "coraje" de la clase política.

"La capacidad de adaptación de los arquitectos ha mitigado los efectos de la crisis", dice López de la Cruz, "hay arquitectos urbanistas, arquitectos pintores, arquitectos que construyen, aunque menos. Lo que está mal es la construcción, no la arquitectura. Ésta se sigue pensando con pulso firme como disciplina creativa".

Cuando vuelvan de Bruselas, harán de anfitriones de Noel Cash, arquitecto irlandés que ejerce la docencia en Inglaterra. "Trabajó en Granada, pero ahora quiere investigar en Sevilla en locales malditos de futuro incierto". Le han preparado un itinerario que incluye paradas en la Huerta del Rey Moro, las naves de San Luis habitadas por okupas y la trastienda del edificio de Rafael Moneo en Previsión Española. "Vendrá con sus alumnos y lo vamos a llevar al Corral del Conde. Un ejemplo del legado de la visita que hizo a Sevilla el italiano Aldo Rosi y que interorizaron arquitectos como José Ramón Sierra, Víctor Pérez Escolano o Francisco Torres".

Empezaron con un estudio en un piso de Triana. Fueron inquilinos y discípulos, María más tiempo que Juanjo -no es familiaridad, firma sus proyectos con el apócope- del estudio de Guillermo Vázquez Consuegra. Desde hace una década, son profesores en la Escuela de Arquitectura en la que establecieron un sólido arbotante entre sus vidas. En su estudio de Sol 89, guiño de tendido taurino, trenzan una metrópolis de palacios, guarderías, cafeterías, zonas residenciales y un manual de alquimia para sacarle vida a los añejos mataderos.

Finalistas en la Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Barcelona, en su relativa corta vida, estos coetáneos de la presidenta de la Junta que frisan la puerta de las cuatro décadas -"con cuarenta años descubres la madurez", corrige López de la Cruz la teoría de la nostalgia que Gil de Biedma atribuye a los cuarenta- han conocido las sístoles y diástoles de la bonanza y la hecatombe, de los derroches y recesiones. "Hay una arquitectura del star system que está muy marcada, pero mucho más daño hizo esa arquitectura anónima que se ha hecho en la Costa del Sol y el Aljarafe, que ha macizado el territorio".

María critica unos planeamientos urbanísticos que "han dejado las ciudades a su suerte" y Juanjo da un golpe sobre la mesa en la que de niño dibujaba. "Los arquitectos prestamos un servicio, pero también tenemos una responsabilidad intelectual. Lo que hacemos nos acerca al artista, al artesano, al escritor". En el espejo literario encuentra "la economía de medios, que es muy valorada en la arquitectura del sur". La misma economía que reivindica John Cheever "cuando escribe una carta de amor en pleno incendio. Tienes que elegir las palabras precisas, librar el discurso de ñoñería y cursilería".

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