Educación

La escritura a mano, habilidad en extinción

  • Las nuevas tecnologías provocan que cada vez se use menos el lápiz y el papel para comunicarse, un cambio que podría afectar a la educación de los niños.

A May Perea no le tiembla el pulso. Es una condición indispensable para desarrollar su labor en EntreArte Enmarcaciones, un negocio familiar del que es propietaria. Primero coge un lápiz para encajar las letras. Luego moja la pluma en tinta. La "descarga" sobre una cuartilla. Se trata del paso previo a la faena que tiene por delante. Ahora comienza con la tarea más dificultosa: la caligrafía artística. Esta licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla aprendió el arte de escribir a mano de forma autodidacta. A través de libros. Actualmente en la capital andaluza hay muy pocos cursos -por no decir ninguno- sobre caligrafía española. Los que existen suelen ser de árabe, chino o japonés. Para comprobarlo basta con teclear en google la palabra "caligrafía". La falta de opciones refleja la decadencia de la escritura a mano en una sociedad digitalizada.

Este declive ha saltado a la palestra informativa después de que el diario finlandés Savon Sanomat adelantara la semana pasada los planes del Ministerio de Educación de dicho país -referente mundial en la enseñanza- para que los niños aprendan antes a mecanografiar que a escribir, una intención que luego ha sido matizada por los responsables educativos de Finlandia, que han precisado que la escritura a mano se mantendrá en los planes de estudio, aunque alejada de la caligrafía tradicional, aquélla que en España muchas generaciones aprendieron con los cuadernillos Rubio. Pero, ¿tiene sentido seguir enseñando a los más pequeños a usar el lápiz y el papel cuando crecerán en un entorno que se comunica cada vez más a través del correo electrónico, las redes sociales y el WhatsApp?

Segundo Presencio, director del Colegio Francisco Giner de los Ríos, en La Algaba, se opone a que un alumno salte directamente al teclado en el arranque de su enseñanza. "El niño tiene que aprender la grafía, la coordinación óculo-manual, que es fundamental en su desarrollo", defiende este profesional de la educación, quien explica que antes de escribir una palabra completa hay un proceso previo consistente en "coger bien el lápiz, hacer grecas y dibujar líneas continuas o distintos motivos". Una vez que se ha dominado esta técnica, se empieza a escribir a mano, habilidad que, según Presencio, "nunca a va sustituir la mecanografía". La caligrafía, además, conlleva otro tipo de aprendizajes, como el manejo de los "conceptos espaciales", que supone iniciar al menor en la destreza manual.

Una afirmación similar la asevera el catedrático de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Sevilla, Manuel Romero, para quien la escritura "nos organiza la mente, pues se trata de un proceso en el que intervienen los músculos, los huesos y el cerebro". Dentro del citado departamento se encuentra la paleografía, es decir, el estudio, análisis e interpretación de la escritura antigua. "A nuestros alumnos les enseñamos a leer la escritura, a conversar con los ausentes en el tiempo y el espacio, que nos hablan por los ojos y no por los oídos", subraya este catedrático. "La comunicación escrita es vital para entender la sociedad de cada momento". Esta importancia la destaca Margarita Gómez, profesora titular del mismo departamento, que define la escritura como "una forma de expresión de la cultura, igual que el arte".

La equiparación no es en vano. Los tipos de letra que se han usado en la historia de la humanidad siguen transmitiendo un mensaje implícito en las artes y muy especialmente en la publicidad. Los nombres de las colonias deportivas emplean las denominadas letras egipcias (con grandes remates), que dan sensación de fuerza, mientras que el de las empresas municipales como Tussam y Lipasam usan la de palo seco (sin remates), que transmiten funcionalidad. La importancia de la escritura trasciende hasta en las constituciones. La de 1812 está redactada en letra española -en plena Guerra de la Independencia contra Francia- y la de 1837, de corte liberal, fue escrita en caligrafía inglesa, mientras que la de 1845, más conservadora, volvió a utilizar la española. Las de 1869, 1931 y la vigente de 1978 emplearon la gótica.

Felipe II fue quien impulsó el uso de la letra española para que la burocracia escribiera "rápido y claro". Era un tipo de caligrafía llamada también "de la raza" y que utilizaron los grandes escritores del Siglo de Oro hasta que a finales del XIX se impuso la inglesa con la llegada de una nueva pluma metálica que sustituyó a la de ave. Un cambio debido a la industrialización. La escritura manifestó dicha transformación y dejó huella de la supremacía anglosajona.

Estos tipos de letra aparecen ahora en la pantalla del ordenador sin necesidad de forzar la mano, una labor minoritaria a la que se dedican artistas como May Perea, que raro es el día que no dibuja la letra gótica para los encargos de las cofradías. A esta tarea añade, además, alguna creación propia, como el uso de la pintura dorada. Al fin y al cabo, la escritura a mano es -como defiende Segundo Presencio- una proyección de la personalidad de quien la realiza. Habilidad en peligro de extinción dentro de una época que escribe su historia a pulso de teclado.

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