Comercios del centro El hermano pequeño del empresario asesinado por los Grapo tira la toalla

La memoria de los tantos por ciento

  • Padura cierra el próximo martes su papelería de la calle Cuna tras 98 años de historia · El cierre se produce un año después de que la CES creara el premio Rafael Padura al empresario ejemplar

El martes termina el mes de septiembre y se acaban 98 años de historia. Cierra sus puertas Padura, el último mohicano de esta papelería familiar que abrió Antonio Padura. En el escaparate de la calle Cuna aparecen las palabras Liquidación Total y reclamos de todo a un cuarenta por ciento. No son unas rebajas de temporada. Es el final de una aventura.

El apellido Padura sólo permanecerá en la bocacalle que el Ayuntamiento le dedicó a Rafael Padura, asesinado por los Grapo en su imprenta de Luis Montoto el 5 de septiembre de 1984. Un rótulo situado junto a Papelería Ferrer (1856) y La Campana (1885), dos de los negocios centenarios de la ciudad, un lujo cronológico que por dos años no va a alcanzar este apellido con ascendientes medievales forjados en la localidad vizcaína de Arrigorriaga.

Pese al anuncio de cierre, era incesante el goteo de clientes. "No se cierra un negocio, se cierra la confianza", dice Antonio Martín, Queco, cliente habitual, que se dedica a la decoración artística. "Hago figuras de marmolina con motivos taurinos. Con picadores o cabezas de toro que siempre me suministraba Padura. He venido a que me dé el teléfono de su representante".

"Está la cosa muy mala. Está cerrando todo el mundo", dice otro de los clientes asiduos. Un hombre pregunta por calculadoras. Juan Luis Padura, hermano pequeño de Rafael, le muestra las existencias. "Tenemos la clásica: sumar, restar, memoria y tanto por ciento". El cliente quiere una calculadora científica. "De eso no nos queda". Ni les quedará.

En la clave de las calculadoras de Padura, ¿le ha ganado la batalla el tanto por ciento a la memoria? "De todo un poco", dice Padura, que va a cerrar días después de que por fin Pedro Solbes, ministro de Economía, haya admitido la palabra crisis en el Congreso de los Diputados. Crisis local o crisis global, qué más da. "Los ordenadores, la política, el enfriamiento climático", dice con una pizca de escepticismo y muy pocas ganas de hablar. "Es que la gente viene buscando el morbo".

A Padura lo rodean cuatro tiendas de moda: Adolfo Domínguez, Aurora Gaviño, Juan Vara y Neck & Neck. En la confluencia de Cuna con la calle Acetres donde vino al mundo el poeta Luis Cernuda. El local será a partir del 1 de octubre la desolación de la quimera. Un poeta sin papeles. Juan Luis y Reyes, su mujer, atienden a la clientela. "Es difícil encontrar un trato familiar, un hombre agradable", dice Antonio Martín. "Se pierde el comercio del buenos días, buenas tardes, gracias, que desea. Le dices a alguien buenos días y te miran como si estuvieras hablando en alemán".

Borja, el hijo de Juan Luis y Reyes, estaba llamado a asumir la quinta generación de la firma familiar. "Conoce demasiado bien la realidad del centro y del comercio, al alcalde, al queridísimo alcalde". Padura, a dos pasos de la cristalería donde nació el autor de Ocnos, no quiere épicas ni líricas. "Borrón y cuenta nueva", dice. "Los motivos por los que cerramos no se los voy a decir a usted".

No los dice, pero los insinúa. "El lince ibérico está protegido, pero nosotros no. La gente del campo tiene subvención. El comercio no tiene ninguna. Su ciclo biológico es crecer, desarrollarse y morir". No hace ni un año que en pleno proceso de cierre de comercios del centro -más atribuido entonces a la peatonalización y las dificultades de acceso del tráfico al centro que a la propia crisis económica-, el propio Juan Luis Padura analizaba ese efecto dominó sin imaginar que la próxima ficha iba a ser la de su propio negocio.

"Hubo un boom de papelerías con la crisis del petróleo", decía entonces el propietario de la papelería técnica. "Con los cierres industriales que generó, con los tres o cuatro millones de indemnización, lo corriente era montar un bar o una papelería. Después vino la crisis. Las grandes superficies. Cerraron Melgarejo, Doble Cero". Y Padura, habría que añadir ahora.

98 años de historia. Casi un siglo de solera con artículos especializados, con clientes fieles que se encontrarán una nueva laguna en el itinerario de la memoria. No llegó al siglo y se quedó en esa generación del 98 que cogió el decadentismo de aquellos escritores, los que precedieron al vecino Cernuda del 27. Cierra Padura el 30 de septiembre. El mes más fatídico en la historia de esta familia.

No hay calculadoras que obtengan el tanto por ciento de la memoria que se anula cuando desaparece un comercio. Adiós a los lápices y los cartabones, a las carpetas y los portafolios. Adiós al compás en plena Bienal de Flamenco, porque a este sector de un ciclo contra natura -se reproduce para morir- le ha tocado bailar con la más fea. Liquidación. Una palabra que convive con los escaparates y que en esta ocasión se va a cumplir al pie de la letra. Juan Luis Padura, el hermano pequeño del empresario asesinado en la empresa matriz, no desvela por qué nuevos derroteros se moverá. Sin Liñero, que cerró antes, Almacén de Papel y Objetos de Escritorio, y sin Padura, la calle Cuna, en el itinerario de la Piel Sensible que une el Salvador con la Encarnación, se convierte en una vía de sin papeles. Con epitafio de poeta.

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