"Una auténtica joya". Así calificó el tesorero del comité de Andalucía de Unicef, Antonio Marín, al inmueble ubicado en la calle San Isidoro que cobija a la ONG desde 1991, una sede que ayer volvió abrir sus puertas tras su restauración.

Marín describe bien con el adjetivo de joya la casa de quien fue su propietario, Ignacio Muñoz Ramos. El joyero sevillano, instruido en la Casa Cartier de París, quiso ceder su hogar para el desempeño de la tarea solidaria que Unicef realiza en favor de la infancia en el mundo, también desde Sevilla.

La vida de la sede, sin duda, es una historia repleta de tesoros. Del lujo de las joyas que Ignacio Muñoz creaba -que vendía en su popular negocio de la calle Sierpes y que llegaron a lucir personajes como la Reina de Inglaterra, Grace Kelly o Audrey Hepburn- hasta las que aún permanecen en el interior del edificio, propiedad de su anterior dueño, El Moro.

"Del famoso anticuario de Sevilla, El Moro, permanecen obras como un cristo portugués del siglo XVI, un capitel y bajorrelieve de Itálica, antigua yesería del Hotel Inglaterra, una escultura del siglo XIX o puertas y ventanas procedentes de antiguas iglesias y conventos de la ciudad", explica Marín cuando describe el valor del inmueble y reseña la solidaridad del joyero al cederlo desinteresadamente.

Otro de los deseos de Ignacio Muñoz Ramos era que este espacio sirviera de escaparate para artistas, "no sólo consagrados sino también noveles", aclara el tesorero de la ONG. Un proyecto que desde ayer también se ha visto cumplido, ya que la sede andaluza cobija ya la primera de una serie de exposiciones, coorganizadas con la Fundación Caja Rural del Sur, que se sucederán en este escenario solidario. La que se inauguró ayer fue Hálito. La inspiración viene del otro, del grupo de artistas denominado Arslimes, que permanecerá abierta al público hasta el 18 de febrero.

La labor de Unicef se extiende a lo largo del mundo, pero desde su comité de Andalucía también se trabaja por la formación e información de sus proyectos.

Así, destaca el programa de Ciudades Amigas de la Ciudadanía (desde el que se negocia con las autoridades municipales todo lo relativo a los derechos de los niños en la ciudad), la labor formativa en escuelas a través del proyecto Enrédate (fomento de la educación para el desarrollo y la participación infantil y juvenil, así como de los propios docentes) o la charlas que en colegios, hospitales, etcétera "nos piden", dice Marín, quien insiste y hace un llamamiento a los socios, "ya que sin su colaboración nuestra labor no sería posible".