Sevilla

El prójimo es el próximo

  • Las siete hermandades del Viernes Santo Tarde apadrinan una fundación que presta ayuda a domicilio a personas con carencias socioeconómicas y de soledad

A Yolanda López Rodríguez (Carmona, 1970), le pusieron ese nombre por la canción del cantautor cubano. Muchos años después, le salió un Pablo Milanés muy particular. Un poeta difícil de catalogar en las antologías literarias: se llama José Antonio, está en una residencia y le falta una pierna. Yolanda lo visitaba y le colocaba la prótesis para que pudiera caminar. Su agradecimiento es el argumento fundamental del poema que le dedicó a su musa.

Por la calle Faustino Álvarez no pasa ninguna cofradía. O pasan siete, según se mire. En un local de esta calle paralela a Feria está la sede de la Fundación Hermandades del Viernes Santo Tarde, de la que Yolanda es la trabajadora social. Los patronos son las siete hermandades que hacen su salida procesional en esas horas que conmemoran el calvario de Cristo. Una metáfora de los muchos dolores cotidianos que esta Fundación se dedica a aliviar.

Carretería, Cachorro, la O, San Isidoro, Montserrat, Sagrada Mortaja, Soledad de San Buenaventura. Siete titulares de la Semana Santa que comparten programa y esta obra solidaria de la que mensualmente se benefician una media de treinta personas acuciadas por problemas socioeconómicos o de soledad.

Dos hombres del Miércoles Santo llevan el timón de este proyecto de las hermandades de la tarde del Viernes Santo. José Luis Cantalapiedra (Sevilla, 1949), agente comercial, fue ocho años hermano mayor del Baratillo y ha llegado a la presidencia de una Fundación "que no conocía" como delegado del Viernes Santo en el Consejo que preside Adolfo Arenas. Manuel Rodríguez Carmona (Sevilla, 1943), muchos años empleado de la IBM como informático, es el secretario. Hermano del Cristo de Burgos y del Calvario, llegó a la Fundación por su amistad con José Antonio Ariza, que fue quien la impulsó cuando era hermano mayor de la Soledad de San Buenaventura.

El desconocimiento que Cantalapiedra tenía de esta iniciativa lo ha sublimado para convertirse en prosélito incansable. "En ese sentido, yo me permitiría cambiar esa hermosísima lectura del Miércoles de Ceniza, la mano derecha debería saber lo que hace la mano izquierda. Las hermandades tienen que saber que existe esta Fundación. Y la gente ajena a la Semana Santa debería saber el auténtico espíritu de las cofradías, que no todo es manto y vela".

La Fundación es un estudio diario de sociología sevillana. "La enfermedad de muchas personas se llama hoy soledad", dice Cantalapiedra. A partir de la teoría de que "el verdadero prójimo es el próximo", no hay que salir de Sevilla para encontrar personas que no se pueden hacer el aseo personal, que se ven incapaces por enfermedad o accidente de hacerse la comida, limpiar el domicilio o lavarse la ropa. "¿Cómo vamos a hacer algo por el que no vemos si no hacemos nada por el que tenemos al lado?". También les ayudan a redactar cartas o a la lectura de libros. Todas ellas reciben la visita de Yolanda, curtida en este mundo de carencias. Intentó crear una empresa de ayuda a domicilio, ha trabajado en la Unidad de Día del Hospital Macarena e impartió cursos para desempleadas mayores de cuarenta años acogidas al proyecto Marta del Fondo Social Europeo.

El presupuesto anual se lo reparten a partes iguales las siete hermandades. "La crisis ha hecho que mucha gente sea reticente para llamar. Esperan acogerse a la ley de Dependencia", dice Yolanda, con la que trabajan cuatro auxiliares. Además de la ayuda que prestan los voluntarios captados a través de los diputados de Caridad de las hermandades.

La Fundación tiene benefactores y solicita ayudas externas. "Cada día está más difícil buscar subvenciones, porque somos muchos buscando subvenciones", dice Manuel Rodríguez. Donde no llega el dinero, deben llegar la caridad o la misericordia para paliar la angustia, la soledad o el mayor dolor, palabras extraídas de la nomenclatura de la Semana Santa.

"No es fácil encontrar personas dispuestas a hacer este trabajo a domicilio", dice Yolanda. "Las personas comprometidas lo suelen estar hasta el fondo y no tienen tiempo. Un perfil ideal sería el del jubilado que tiene tiempo, pero esta sociedad consumista y materialista los condena a cuidar de los nietos. Los padres trabajan los dos para tener el coche y el piso en la playa y no tienen tiempo".

Han descubierto costaleros de un Cristo vivo, en el argot del padre Leonardo Castillo. El costalero de Montserrat que quedó tetrapléjico y acudió el 19 de marzo de 2002 al acto inaugural de la Fundación, bendición incluida del cardenal Amigo. El costalero de la Mortaja que nunca salió de su trabajadera: ejerce la mendicidad, sin vivienda ni familiares, diabético, le salen úlceras sangrantes y no lo aceptan en ninguna residencia porque "es demasiado joven".

Los voluntarios de la Fundación hacen tareas de acompañamiento dentro y fuera del hogar, recogen recetas y medicinas y organizan actividades de ocio, con apoyo emocional al beneficiario "y al cuidador, que en muchos casos también está enfermo". Los hombres del Miércoles Santo hacen de Viernes en islas sin tesoro. Registran casos como el de Teresa, una mujer de Castellón afincada en Sevilla que salió de su aguda depresión yendo todos los jueves por la mañana a acompañar a una señora de Triana sola, enferma, que la esperaba como agua de mayo en la parada del autobús. El que da recibe, proclaman en esta calle donde siempre es Viernes y nunca es tarde.

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