Sevilla

El fuego del que nace la víspera

  • Paco Sánchez, sacristán de San Lorenzo, y Miguel Martín, capiller del Gran Poder, queman cada año las ramas de olivo para la misa del Miércoles de Ceniza

Como el calendario que avanza inexorablemente hacia un nuevo Domingo de Ramos, los ritos que anuncian la cuaresma, que mañana empieza, se suceden en la ciudad. Al trasiego de túnicas y capirotes de la calle Alcaicería, quinarios, besamanos y vía crucis, hay que unir el que verdaderamente marca la frontera de la víspera. La misa penitencial del arranque de la cuaresma que mañana se celebra en parroquias e iglesias. Y uno de esos ritos es el de la quema del olivo para obtener la ceniza que se impondrá a los fieles siguiendo la leyenda: Memento homo quia pulvis es et in pulverem reverteris.

Miguel Martín, capiller del Gran Poder, y Paco Sánchez, sacristán de San Lorenzo, llevan muchos años quemando juntos las ramas de olivo. El secreto, dicen, está en escoger las ramas más pequeñas y en airear mucho la candela para que el resultado no salga muy oscurecido: "El olivo nos lo trae un feligrés el Sábado de Pasión. Siempre apartamos un saco para preparar la ceniza del año siguiente. También se puede hacer con las palmas, que dan una ceniza más clara, pero lo que pasa es que la gente se las lleva el Domingo de Ramos", explica Paco Sánchez.

Paco y Miguel, sacristán y capiller bien avenidos, preparan la ceniza en el patio de la casa de hermandad del Gran Poder, en la calle Hernán Cortés. Allí, estudió Miguel cuando la hermandad de la Madrugada tenía el colegio, siendo ya monaguillo. Con un antiguo brasero de cisco y mucha paciencia van quemando las ramas secas.

Conseguidas las brasas, la clave está en hacerlas reposar en un recipiente cubiertas con un papel de plata. "Una vez enfriadas, al día siguiente se ciñen con un colador de café antiguo y una cucharilla. Así es como se consigue que la ceniza salga muy fina y que no manche", comenta Paco, a quien este año la receta le ha salido un tanto oscura, aunque sabe el motivo: "Las ramas eran muy gordas. Lo suyo hubiera sido apartar las más finas y secas, para que la ceniza salga bien, pero con el trasiego que siempre tenemos mientras preparamos la misa de las palmas no me da tiempo".

Son varias las candelas que tienen que hacer, ya que la cantidad de ceniza que preparan es grande. A la basílica del Gran Poder acuden el Miércoles de Ceniza varios colegios, como las Esclavas, para la imposición, y la parroquia de San Lorenzo surte a otras iglesias y conventos de la zona, como la Parroquia de Omnium Sanctorum. Antes de reunirse para preparar la ceniza, Paco la preparaba en el terraza de la parroquia. "También me encargo de los óleos para la Semana Santa".

La ceniza la suelen preparar la semana antes del comienzo de la cuaresma, y durante esa mañana da tiempo para hablar de todo: la crisis, la económica y la de las cofradías, "que más parecen peñas que hermandades"; o la Sevilla del Pali, como dice Miguel: "Yo siempre he vivido en una casa de vecinos con mucha gente y lo que había para calentarse era un brasero de cisco, como éste, que había que sacarlo fuera de la habitación por las noches".

El capiller y el sacristán ya han terminado de quemar las ramas de olivo y la ceniza está lista para ser bendecida e impuesta a los fieles. "Cuando haces esto te das cuenta de que no somos nada. Somos polvo y en polvo nos convertiremos", sentencia Miguel, capiller del Señor de Sevilla.

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