Sevilla

Soñando la Feria de la vida

  • Luis Miguel Martín Rubio pronuncia un pregón del paseo de caballos y enganches jalonado por la evolución de la Feria, las anécdotas con mayor chispa de su etapa de concejal y el recuerdo a Alberto y Ascen

Luismi en estado puro. El director general de la Fundación Sánchez Ramade pronunció un pregón cargado de espontaneidad y naturalidad, emoción y memoria, humor y nostalgia. Su vida fue el eje para describir la Feria del ayer y de hoy, de la niñez, la juventud y la adolescencia. Del Prado y de los Remedios. De soltero y de casado. Todos los ingredientes de una pieza concebida para ensalzar un aspecto de la fiesta (el paseo de caballos), para invitar a participar al público en la exhibición de hoy en el Arenal, para hacer vibrar. Todo lo cual con los innegables destellos de su desenfadada personalidad. Luis Miguel Martín Rubio habló al público tal como es, fiel a su estilo personal de afecto y abrazos con todos, ora siguiendo el texto, ora sin guión, como cuando está en cualquiera de sus tertulias predilectas.

Contó las principales anécdotas de su etapa municipal al frente de los servicios de seguridad ciudadana, agradeció el trabajo de duendes de la Feria, los que trabajan todo el año para la levantar la ciudad efímera, como el caso de Rafael Carretero, y homenajeó a sus inolvidables Alberto Jiménez Becerril y Ascensión García Ortiz, con quienes paseó en el coche de caballos de Gabriel Rojas más de una y de dos Ferias.

Hasta se atrevió Martín Rubio con el verso en el arranque de su intervención: "Qué sería del Real sin enganches ni monturas. Como pintar ese lienzo sin resaltar la hermosura que derraman ese cortejo con sabor a puro añejo de otros tiempos que aún perduran. Y si persisten, no hay duda, que premio tiene que haber al saberlo cómo hacer. Manteniendo las hechuras y el justo empaque a la vez, que de todo hay que saber, dijo el sabio en su locura. Y es más fácil entender si lo quieres aprender más allá de la lectura siguiendo la tradición, ciñéndote a su estructura, recibiendo del manantial de las cosas con finura. ¡Qué sería del Real sin enganches ni monturas!".

Y se presentó ante el respetable: "Soy alguien que nació junto al barrio de la Alfalfa, en la Plaza de San Pedro, un niño proveniente del apasionante mundo del asfalto pero que, como cualquier sevillano, soñó desde el pequeño pescante de uno de los cochecitos de la Plaza de España, con emular a aquellos cocheros que admirábamos desde nuestra más tierna infancia. Seguramente, para algunos, ahí comenzó la afición por el mundo del caballo y los enganches".

Al público de la Sala Chicarreros le pareció genial la descripción de las atracciones de la Calle del Infierno de la Feria de su juventud: "Había algo que nos divertía sobremanera, las barracas situadas más al fondo en las que resonaban en el eco de la megafonía los espectros mas disparatados: ¡La mujer cordero, La mujer serpiente, El monstruo de Guatemala, ala, ala, ala..! Y repetía ¡De Guatemala monster! o aquel famoso Sólo para hombres, sólo para hombres, donde se procuraba acceder con la mayor de las discreciones y se salía con sonrojo, pero presumiendo de lo espectacular de su contenido y, al final se trataba de que el Sólo para hombres eran un pico y una pala. Nadie quería reconocer que había caído en la trampa. Este año he visto que la novedad es El oso humano, un oso que responde a más de doscientas palabras. Pues ya responde a más que muchos humanos... Bueno, y ¿dónde dejamos el Teatro de Manolita Chen? Un clásico".

El pregonero homenajeó a la duquesa de Alba ("Con mulas enjaezadas va camino del Real la gran duquesa de Alba"), a los fundadores del Club de Enganches en 1984, y al ex alguacilillo Ventura, entre otros personajes. Y fue tajante: "En ninguna ciudad del mundo se pueden ver juntos enganches a la inglesa, a la húngara o a la calesera. Tresillos y medias potencias de mulas, breaks de caza, carretelas, buggies, faetones,... Y a ello se une un maravilloso colorido de libreas, uniformes diversos, borlajes, mulas tordas o castañas, caballos españoles o árabes".

De su etapa de concejal narró con lujo de detalles y hasta hacer reír al público en varios pasajes la anécdota de cómo fue reducido por la Policía un gorila escapado del circo que se hizo fuerte en el depósito de la grúa un sábado de Feria, o cómo la cabalgata de preferia del circo enojó a una alcaldesa preocupada de antemano por el impacto de las pisadas de los elefantes en el nuevo pavimento de Tetuán.

Y al final el pregonero confesó dos sueños: "Un día soñé cómo sería la vida desde lo alto de un gran break y comprobé que todo era diferente". Y otro en que llevó a la misma Giralda a conocer la Feria, que nunca la había visto, montado en un coche tirado por las veinticuatro campanas del alminar almohade.

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