Calle Rioja

El Víctor Jara de Andalucía

NO exageraba su amigo Pepe Verdón. Si Pepe Suero no hubiese caído enfermo (ha sobrevivido a dos infartos y a otras dolencias coronarias) habría sido "el Víctor Jara de Andalucía". A él no le cortaron las manos ni lo mataron en un campo de fútbol, como al cantautor chileno, pero hay muchas formas de mutilar a un artista. La más cruel es el olvido. Y contra eso, contra el olvido de la obra de Pepe Suero (Lora del Río, 1947), se ha editado un disco recopilatorio de toda su obra, que incluye once volúmenes y más de 120 canciones compuestas por él.

No ha sido un acto grandilocuente. Tan alejado del mercado, que este disco-homenaje ni siquiera se va a poner a la venta. Buena parte de las unidades editadas se repartieron el pasado viernes en el homenaje que se le realizó al cantautor en el Centro Cívico Cerro del Águila. Un disco por familia. La Federación de Peñas Flamencas le entregó un Giraldillo en reconocimiento a sus desvelos por la cultura andaluza en tiempos de letargo cuando nadie vivía del incienso de la inmaterialidad patrimonial.

La iniciativa fue incluida entre los proyectos de la Delegación de Presupuestos Participativos y votada masivamente por los vecinos del Cerro. Por eso en el acto estuvo presente Paula Garvín, primera titular de esa delegación municipal. El crítico Manolo Bohórquez trazó una semblanza de Pepe Suero. Manolo Gerena hizo un sobreesfuerzo para estar presente. La noche anterior había actuado en Albacete y a pesar de que en el viaje de regreso se le rompió el radiador del coche, llegó a tiempo. Gerena además mencionó en horas tan difíciles a su colega y maestro Enrique Morente, a quien le dedicó un emocionado martinete. El Chozas interpretó una milonga muy lírica.

El Centro Cívico Cerro del Águila está en la calle Salvador Távora. El dramaturgo que fue compañero de tantas giras y actuaciones del cantante no pudo acudir porque estaba en pleno ensayo. También excusó su asistencia el dirigente jornalero Diego Cañamero. Al acto acudió uno de los dos amigos ciegos de Pepe Suero, Pepe Verdón, del colectivo Aire Libre, que denunció el olvido de este artista heterodoxo a su pesar. "Pepe Suero vendía 300.000 discos cuando Camarón vendía 30.000", dice el agente artístico Paco Tovar, también presente en el homenaje. Su aparición en la pléyade de cantautores, tan importante en la transición, fue anterior incluso a Carlos Cano. "Si Carlos Cano no se engancha a la copla, habría tirado la toalla, porque su música era objeto de la misma indiferencia y desprecio que la de Pepe", dice Tovar.

El segundo amigo ciego del cantante era Pepe Muñoz y el propio Suero recuerda la insólita sociedad artística que formaron. "Un amigo me regaló una flauta. Íbamos al hospital de las Cinco Llagas, lo que hoy es el Parlamento de Andalucía, y por un micrófono tocábamos música para los enfermos. Íbamos por los diferentes pabellones". Al homenaje asistió una hermana de Diamantino García Acosta, el cura Diamantino, mítico párroco de Los Corrales. El cantautor compuso una canción en recuerdo de este sacerdote. Los dos están en el callejero del Cerro del Águila, igual que Távora y los grandes arquitectos Aníbal González y Juan Talavera.

Andalucía, la que divierte fue en boca de Pepe Suero un himno oficioso y espontáneo de Andalucía. En las antípodas de la diversión oficial, esa canción compuesta por Salvador Távora tiene más fuerza que todo el articulado del Estatuto de autonomía. "Con Salvador", recuerda Pepe Suero, "hice muchas cosas. Un día José Monleón, una de las personas más íntegras que conozco, nos llevó a Lebrija para actuar en una obra del Teatro Lebrijano". Lo dirigía Jesús Bernabé, un creador que falleció a los 25 años tras dejar una obra muy valiosa. Suero salió al escenario y, sentado en el suelo, se puso a tocar un taranto con la flauta. Fue el primer artista, si no el único, que incorporó la flauta dulce al repertorio flamenco. Y el único, junto con Gualberto, que utilizó el suelo como punto de apoyo de sus ejercicios musicales. Uno con la flauta, otro con el sitar.

Pepe Suero se quedó solo. Perdió a su hijo. ¿Se dedicaba a la música? "No, él era más inteligente que yo", dice con ironía. Le ganó el pulso a la enfermedad y vive en el Cerro con una hermana. Le acompaña el legado de haber sido embajador de Andalucía por medio mundo. "He cantado en todos los países de Latinoamérica y en Europa entera, la del Este y la nuestra". Y en Sevilla hay mucha gente que no sabe quién es ese hombre que tiene una calle en el Cerro del Águila. Pepe Suero. Muy cerca de la iglesia donde en día lluvioso enterraron a Diamantino García. El amigo de Pepe Suero y de Carlos Cano, de quien el próximo 19 se cumplen diez años de su muerte.

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