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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Calle Rioja

Un Oriente no tan extremo

  • Una expedición de samuráis y la pasión por el flamenco hacen de Sevilla y Japón territorios fronterizos hermanados antes por el arte y ahora por el dolor.

EL joven vive en la calle Feria con su novia albanesa. El viernes se enteraron del terremoto de Japón. Un hermano de la novia vive en Sendai, una de las ciudades más afectadas, de la que procedían los doce samuráis que con Hasekura Tsunenaga al frente decidieron quedarse en Coria del Río en junio de 1617. En el restaurante Matsuri, en un antiguo colmao de la Europa, trabajan siete japoneses entre cocineros y camareras. Una de ellas tiene una amiga en Sendai y fue el contacto que el vecino de la calle Feria usó para tranquilizar a su novia albanesa.

Matsuri (festival en japonés) abrió en julio de 2010. El propietario es un trianero de 35 años, Francisco Javier Sánchez Fernández. Fue cuatro veces a Japón. La última, a un curso de cocina del maestro Okawa. Dos de las camareras, Riko y Risuko, están casadas con españoles. Ellas simbolizan la proximidad que siempre existió entre países tan lejanos.

Se entiende la afinidad con Marruecos o Portugal por razones de cercanía geográfica. No se explica sin embargo esa empatía con una tierra tan remota, tan extrema. Algo debieron traer en su viaje los samuráis de Sendai que llenaron Coria del apellido Japón.

Hace unos meses, un grupo de arquitectos de la Universidad japonesa de Shiga vinieron a Sevilla para estudiar la arquitectura de Aníbal González. En dicha Universidad enseña Juan Ramón Jiménez, un arquitecto sevillano a quien el terremoto sorprendió en Filipinas. En Japón estaba los días del seísmo y el tsunami Javier Queraltó, ex concejal del Ayuntamiento de Sevilla y arquitecto. Es el oficio de José María Cabeza Laínez, sevillano, japonólogo, cónsul honorario de ese país en Sevilla y casado con una japonesa de Sapporo, villa de reminiscencias olímpicas a la que no llegaron los estragos del terror.

Japoneses y sevillanos adoptivos. El baile de Yoko Komatsubara, el toreo de Asuhiro Shimoyami El Niño del Sol Naciente, la casa trianera de Reichi Nagakawa, el pabellón de Tadao Ando para la Expo. Koske es cocinero del Matsuri y quiere ser entrenador de fútbol. Recuerda el gol de Raúl en Tokio en la final de la Toyota Cup (Copa Intercontinental). Es virtuoso del okonomiyaki, variante nipona de la tortilla encebollada. El japonés de la Alameda es embajada oficiosa con la bandera del paladar. Los clientes preguntan por el drama. Unos fueron físicamente o en las películas de Kurosawa y los libros de Murakami.

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