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El mal de fondo dio la cara

  • El Sevilla manifiesta las carencias de un equipo mal cimentado y con escasez de jugadores con empaque defensivo en el momento más inoportuno. El 'goal average', castigo añadido.

En Getafe ni se creen aún lo que acaeció en la fría noche del lunes. El equipo azulón vapuleó casi sin querer a un equipo hecho un guiñapo, un pelele que se desmoronó al primer zamarreoncillo de su rival. Hacía mucho tiempo que el Sevilla no encajaba una goleada tan dolorosa e inesperada, dejando al margen las ya tristemente habituales ante Real Madrid o Barcelona. Concretamente, en la era moderna y sin contar a los dos grandes, hay que remontarse al Sevilla de la primera temporada de Juande (5-0 en Montjuïc, 26-02-06) o al de la primera temporada de Jiménez (1-4 ante el Almería, 20-04-08) para encontrar un paralelismo. Sin embargo, hay que destacar una diferencia. Este equipo, esta plantilla, ya venía dando muestras de su debilidad defensiva, desde un concepto global, estructural, desde hace un par de años -¿desde la marcha de Jiménez?- y el mal de fondo ha dado la cara en el momento más inoportuno.

Marcelino se centró al aterrizar en Sevilla en zanjar la sangría de goles encajados que lastró al equipo de Álvarez y Manzano. El empeño, tras un inicio prometedor, condicionó tanto la respuesta del equipo que terminó llevándose por delante al técnico asturiano. Míchel no se ha preocupado tanto de este aspecto, aunque es cierto que él mismo es quien dirige muchos de los ejercicios específicos con la línea defensiva. Su inquietud fue dirigida más a levantar el ánimo de un grupo de jugadores con indudable calidad ofensiva. Tan indudable como el escasísimo potencial defensivo de la plantilla en su conjunto. En su debut en Anoeta ya sufrió el equipo una descomposición que no era sino la señal de que el mal seguía latente. Desde entonces hasta la aciaga noche de Getafe, el equipo sólo ha ganado con holgura y sin sufrir ante equipos bastante inferiores: Racing, Granada, Mallorca y Zaragoza. El primer triunfo de Míchel, ante Osasuna, fue angustioso, con aquel tranquilizador gol de Trochowski sobre la bocina. Luego llegó la remontada esperanzadora en Mestalla, el único triunfo de prestigio con el madrileño. Lo demás han sido cinco derrotas (Anoeta, Gijón, Barcelona en casa, Bilbao y Getafe) y el empate ante el Atlético.

Pero hasta en los partidos frente a Racing, Granada o Mallorca el equipo mostró a ratos que el equipo tiende a la descomposición en cuanto hay un desajuste del guión. Y la apuesta ofensiva de Míchel no es sino una huida del principal problema de la plantilla, la escasez de efectivos con verdadero empaque defensivo. Únicamente Fernando Navarro ofrece seguridad con regularidad; Escudé ya siente los vaivenes de la edad; Fazio necesita estar arropado para mostrarse seguro y no ponerse en evidencia; y Coke no ha cuajado como ese lateral derecho de progresión que llegó espoleado por su buen juego ofensivo, más que por otra cosa. Detrás de la defensa titular del Sevilla hay un vacío enorme. Cala, que en anteriores campañas ha rendido en los ratos que ha salido, no cuenta para Míchel. Spahic no está y cuando ha estado ha dejado más señales negativas que positivas y Luna es el único que ofrece relevo precisamente al puesto más seguro de la retaguardia, el flanco izquierdo.

Pero el problema no radica tanto en la escasez de defensas, acentuada tras la millonaria venta de Cáceres, como en otro mal estructural de la plantilla desde hacia varios años. Al Sevilla le falta fuerza, músculo y capacidad táctica y destructiva en su centro del campo. ¿Tienen estas características Rakitic, Campaña o Trochowski? No, rotundamente no. Medel es el único medio específico para la resta, pero el chileno también deja muchas lagunas cuando, ante la falta de ayudas de la línea medular, si es que existe esta línea, acude a tapar agujeros y deja su zona vacía, cuando no se descuelga provocando un pernicioso efecto dominó. Medel sale de su zona, los centrales abandonan el eje para cubrir el hueco y el equipo se descuajaringa a poco que enfrente haya un rival con unos mínimos criterios técnicos y tácticos. Pero hay más, bastante más.

Salvo Jesús Navas, entre los atacantes no hay ninguno que tenga metido en la cabeza el espíritu, las formas y el hábito de la presión y la recuperación de balón. Desde Negredo a Manu del Moral pasando por Kanoute o Reyes, el Sevilla se encuentra con la realidad de que todo el potencial ofensivo que tiene es directamente proporcional a la nula cultura defensiva de sus delanteros.

Míchel ha optado por lo que, desde la marcha de Jiménez, vienen haciendo todos los entrenadores. Ya que no hay en la plantilla suficiente sostén para hacer un fútbol control, tiremos de la panoplia ofensiva y dispongamos en el campo cuantos más atacantes mejor. El madrileño ha realizado una rectificación sobre esta idea base, ubicando a Trochowski en lugar de Rakitic, cuyo absentismo defensivo es escandaloso. Pero el germano-polaco se sitúa en una línea de tres por delante de Medel y por detrás de Manu y Negredo, y su trabajo de resta queda en nada en cuanto el contrario rompe esa raya que intentan establecer Jesús Navas, el propio Trochowski y al que le toque jugar en la izquierda. Con Luna mejora la respuesta del equipo, pero Míchel se equivocó en Getafe sacando del campo a Fernando Navarro, el mejor defensa que tiene, para meter a Babá en su desesperado intento por enmendar aquello. Retrasó al canterano y terminó de descomponer al equipo.

Quedan cinco jornadas y no es tiempo para analizar en profundidad los males estructurales de la plantilla, sino de buscar soluciones para, con lo que hay, poner en el campo el equipo más fiable posible. Aunque una de las consecuencias directas del desastre de Getafe es que el Sevilla ha perdido la ventaja que tenía en el goal average general con varios de los equipos que están igualados en la lucha por entrar en Europa, amén de haber perdido el particular con el propio Getafe o el Athletic. Y parece que habrá que tirar de calculadora. Al margen de esto, la realidad es que Monchi tiene muchísimo trabajo para rehacer una plantilla que ya viene dando signos de multitud de carencias defensivas desde tiempo atrás. Y no será porque no ha recibido señales ni avisos.

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