José Tomás y El Juli rivalizan en una tarde de triunfo grande

Ambos espadas salen a hombros repartiéndose siete orejas mientras que un Padilla en estado puro consigue un trofeo en un festejo con lleno hasta la bandera

José Tomás y El Juli se felicitan en su salida a hombros, ayer, de la plaza de toros de Badajoz.
José Tomás y El Juli se felicitan en su salida a hombros, ayer, de la plaza de toros de Badajoz.
Juan Miguel Núñez/ Badajoz

26 de junio 2012 - 01:00

GANADERÍA: Toros de Garcigrande -segundo y tercero con el hierro de Domingo Hernández, bien presentados y nobles aunque si dar facilidades. Sólo el tercero tuvo verdadera importancia. Al resto les faltó entrega. TOREROS: Juan José Padilla, pinchazo, corta y descabello (silencio); y pinchazo y tendida (oreja tras aviso); José Tomás, caída (oreja tras aviso); y desprendida (dos orejas). El Juli, trasera (dos orejas); y estocada (dos orejas). Incidencias: "No hay billetes" y calor.

José Tomás volvió a los ruedos con un triunfo grande y una inmensa dimensión de su toreo, saliendo a hombros junto a El Juli, que cuajó también una gran tarde ayer en Badajoz.

No fue una corrida habitual. La gente había venido por José Tomás y todo estuvo en función de las evoluciones del mítico torero.

A Padilla le apremió el público en su primero para que abreviara en vista de que el toro no daba mucho de sí. Toro que apuntó calidad, pero con el que se cebó el picador, castigo que se acusó en la muleta. El toro quería ir por abajo, pero quedándose corto y apagándose. Padilla no tuvo más remedio que aligerar su labor después de tres tandas por la derecha que no pasaron de lo superficial.

Muy motivado por el triunfo que llevaban ya los compañeros, en el cuarto salió Padilla a revienta calderas con larga cambiada en tablas y lances de mucha vehemencia. Puso tres pares de banderillas en ambiente de clamor. La faena, con el toro a menos, mantuvo buen nivel, toreando con cadencia, pasándoselo muy cerca, sobre todo en el parón final. Hubo desplante y espaldinas de rodillas. Padilla en estado puro. De ahí la oreja pese al pinchazo que precedió a la estocada.

El primero de José Tomás salió corretón, abanto y yéndose suelto, hasta que lo pudo fijar el torero, con una especie de medias chicuelinas, de manos bajas, de poco ajuste y mucho gusto. El picador midió el castigo, y aun así flojeó a la salida del puyazo y hubo protestas; más que blando lo que pasaba es que el toro andaba descompasado.

Tomás abrió faena con tres estatuarios y un recorte. En las primeras series a derechas el toro perdía las manos por abajo y protestaba por arriba. Así que no apretó Tomás en las dos tandas siguientes. El toreo fue ligado y limpio, pero todavía de poco ajuste. Toro sin ritmo, de poca clase, sin ninguna transmisión, embistiendo de trámite. Faltaba astado cuando el que se apretó fue el torero, pegándose un arrimón de mucha quietud y despaciosidad.

Toreo en las cercanías a base de muñeca. Dos tandas, una por cada pitón, y las manoletinas finales definitivas para poner ambiente de triunfo. A pesar de que la colocación del estoque no fue buena hubo mayoría de pañuelos.

Lo importante de Tomás vino en el quinto. Tomás fue la elegancia, la suavidad y el temple, la tranquilidad y, al tiempo, la temeridad. La única manera de cortarle las dos orejas a un toro tan molesto fue esta perfecta conjunción de valores. Bonitos lances en el saludo y quite por gaoneras, impávido, vertical y ceñidísimo. El toro no acompañó por su sosería, falta de codicia, por la embestida descompuesta y frenada que tenía y por un desconcertante calamocheo. Parecía imposible.

El mérito del torero fue aguantar en grado superlativo hasta conseguir la continuidad en los viajes. Inmensa torería, con tanto aplomo y lentitud hasta conseguir meter al toro en el canasto. Los derechazos fueron de aquella manera, los naturales, aun de uno en uno, inenarrables. Las dos orejas fueron muy celebradas por el torero y su gente, sabedores de que fue algo importante.

El Juli se lució en su primero con el capote en las verónicas y en un quite por chicuelinas muy bonito, muy enroscados toro y torero. La faena fue de arrebato, de más entrega que torería. El toro, codicioso, incansable en la embestida, aportó lo suyo. Juli le pegó pases y pases en cadena dejando un poco al lado la elegancia, pero poniendo mucha emoción.

Lo más artístico, los pases de pecho, de usía, echándose el toro por delante. Por eso en el inevitable agravio comparativo con Tomás, hubo pañuelos más que suficientes para darle las dos orejas.

El sexto fue toro con muchas teclas, pensándoselo mucho a la hora de tomar la muleta. Juli recurrió a la raza en faena de mucho esfuerzo en la que hubo alardes muy cerca de los pitones. Faltó limpieza, pero la pasión en el tendido fue total. El estoconazo fue definitivo y así cayeron las orejas.

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