John Axelrod, decidido a llevar la iniciativa desde que a finales de junio fuera nombrado gerente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS), volvió ayer a tender la mano a la dirección del Teatro de la Maestranza -al gerente de la institución, Antonio Garde, y especialmente a su director artístico, Pedro Halffter, cuya escasa sintonía con el estadounidense es bien sabida- para reforzar la "colaboración institucional" entre la orquesta y el teatro. De hecho, según anunció el estadounidense, mañana mismo los tres se reunirán para abordar una cuestión que el también director artístico de la ROSS viene señalando en las últimas semanas como fundamental: la necesidad de conocer con "mucha más antelación" las fechas en que la Sinfónica debe responder a sus compromisos con el Maestranza. Como primer avance esperado por su parte, Axelrod añadió que cuenta con que el próximo 30 de septiembre se conozca ya el calendario -no la programación en sí, sino las fechas en que la orquesta deberá actuar en el teatro- para la temporada 2018-19, es decir, con un año de adelanto.

"Cualquier institución en el mundo similar al Teatro de la Maestranza o a la Sinfónica de Sevilla trabaja, como mínimo, con esos plazos", dijo Axelrod en la presentación del último concierto de la temporada. Y añadió: "La misma calidad con que la orquesta responde siempre desde el foso, la esperamos nosotros del trabajo de la dirección del teatro". Sin disponer de esa antelación, sin poder planificar los proyectos de la ROSS "a medio-largo plazo", señaló, "es muy difícil conseguir patricinios privados" (lo cual es uno de los objetivos centrales a los que deberá responder su proyecto como gerente). Además, el maestro texano cree que en este momento "el viento sopla a favor" y no se debe "desaprovechar" esa inercia de la orquesta, que durante esta temporada, defendió, "ha alcanzado un nuevo nivel de excelencia" y ha de plantearse el reto de "crecer". "Pero una orquesta nunca aumentará su valor quedándose escondida en el ático de casa, sino saliendo a demostrarlo fuera de ella. Y en las condiciones actuales [insistió en referencia al escaso margen de tiempo con el que se preparan las temporadas] la ROSS lo tiene muy difícil para hacer giras, realizar grabaciones o proyectos especiales, que son los que ayudan a incrementar la visibilidad, el prestigio y los beneficios de una institución de esta naturaleza".

En estas condiciones, es difícil hacer giras o grabaciones, que dan prestigio y beneficios"

Tampoco encuentra lógico Axelrod la "acumulación de conciertos" de la ROSS "al comienzo y al final" de la temporada, algo que provoca, como lamentó la semana pasada, que programas tan interesantes como este decimosexto y último o el anterior (con obras de Weill, Penderecki y Chaikovski y saludado unánimemente como un gran éxito artístico) "se celebren en julio con un teatro vacío porque son las fechas que nos ha impuesto el Maestranza". Es "injusto y desalentador", se quejaba entonces, y se reafirmó ayer al pedir una nueva distribución de los conciertos durante los meses que dura la temporada para evitar también, dijo, la "frustración de los abonados", muchos de los cuales "no pueden asistir a los conciertos no por falta de interés, sino por la fecha en las que se celebran".

De todo ello tiene previsto hablar mañana en el encuentro con los responsables del teatro. Si alcanzan un acuerdo, apuntó Axelrod, ambas instituciones pueden esperar "grandes beneficios"; en cambio, de seguir como hasta ahora, ninguna de ellas tendría motivos para aguardar "consecuencias positivas" en un panorama marcado por la exigencia de hallar recursos financieros que no provengan ya únicamente de las administraciones públicas. "Sé que las cosas cambian con lentitud, pero yo no quiero sólo cambiar: quiero mejorar las cosas", dijo el maestro estadounidense, que acudirá a la reunión de mañana "confiado" en la evidencia de que el teatro y la orquesta se necesitan mutuamente y por tanto están "llamadas a entenderse". "Espero que fumemos la pipa de la paz", remató. Y, con una gran sonrisa, en su habitual tono entusiasta, enfático y directo, una vez realizado su movimiento, dejó la pelota en el tejado de Halffter y Garde...

Pero la cita de ayer, en teoría, iba a tratar sobre la música del último concierto de la temporada. Y se habló también de él, mientras Axelrod iba dosificando su mensaje. Con la participación de la mezzosoprano madrileña María José Montiel, habitual cómplice de la ROSS y el Maestranza, y el Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza, el programa, titulado Poema del amor y el mar, reúne en su primera parte obras de Claude Debussy (El mar. Tres bocetos sinfónicos) y Ernest Chausson (Poema del amor y el mar, no muy habitual en los actuales repertorios), y de nuevo Debussy (Tres nocturnos: N. 3 Sirenas) y Maurice Ravel (Daphins et Chloé, Suite n. 2). Una invitación, en fin, a sumergirse en "el perfume, la sutileza y el sonido con mucho aire" de la música impresionista francesa, en apunte del concertino Eric Crambes, especialmente contento de que este programa vaya a interpretarse hoy y, muy especialmente, mañana, en una jornada tan francesa como el 14 de julio.

Sobre el Poema del amor y del mar, Mantiel señaló que se trata de una obra de "gran profundidad psicológica", con un poema precioso, dijo, pero superado aun así por una música que es "grandiosa e íntima a la vez" y en la que la cantante madrileña encuentra ecos de Cesar Franck y Jules Massenet pero también de Wagner. "Creo que puede suponer un bonito descubrimiento para el público. Es tan evocadora como espiritual, hay pasajes en los que parece que estuviésemos escuchando las olas al fondo de la música".