Crítica de Músicacine

Homenaje a un maestro de la vida

Al borde de su jubilación, Juan Rodríguez Romero, toda una institución musical en Sevilla en las últimas décadas, tuvo la oportunidad de ofrecer ante el público dos de sus principales facetas musicales, la de compositor y la de director de orquesta y coros.

Compuesto en 1974, su concierto para piano y orquesta es una obra densa, profunda, con la tensión de un conflicto interior que se manifiesta en una escritura compleja y muy cuidada. La orquesta la abordó con gran calidad tímbrica, con unas cuerdas muy empastadas y de tonos sedosos y una percusión muy precisa. Por su parte, Óscar Martín se adentró a conciencia en la partitura, dura y virtuosística, con la pulsación precisa y la articulación enérgica que le caracteriza, firmando una interpretacion llena de intensidad y de fuerza.

Las cuerdas de la OSC en la misa de Haydn (aquí en versión espuria) ya no sonaron con el brillo y empaste de la primera parte. Difícil concertar a cien coralistas, que en el Et resurrexit cayeron en el caos, si bien salieron indemnes del resto. Con tonos avenjentados y sin graves, De Alba sólo brilló en los agudos, si bien fue la única que mostró cierto dominio técnico. Bujalance carece de brillo y de afinación y Cuevas tuvo serios problemas en la franja superior.

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