Crítica de Música

Ya se aproxima el verano

La Bética cerró la temporada en la Turina, una sala con unas posibilidades inmensas que sigue secuestrada por una gestión municipal errática que hace justo un año prefirió invertir en ornato (de dudosísimo gusto) el dinero que el espacio necesitaba en reformas estructurales. Anoche no hubo programa de mano, pero esos desajustes el público los acepta ya con indiferente resignación.

Se aproxima el verano y la atención parece relajarse y aligerarse las exigencias. La Bética contribuyó a esta sensación con una de sus actuaciones menos convincentes del curso. Abrió con una obra anecdótica de un compositor local y siguió con una versión prosaica de un Concierto de Haydn, interesante por lo poco programadas que suelen ser las obras concertantes del catálogo del músico. Paula Coronas tocó con solvencia, pero de forma anodina, con escasa elocuencia, y la orquesta acompañó de manera primaria, sin apenas contrastes de ningún tipo.

Cuando en el principio de la Pastoral d'Été la falta de prestancia de la cuerda parecía conducir la velada al naufragio más absoluto, de repente el tono remontó: el estupendo cuarteto de solistas de madera tomó el mando y Michael Thomas extrajo matizados y sugerentes colores de la pieza. Espléndido, por brioso y equilibrado, el arranque de la Octava de Beethoven, pero la interpretación se debilitó en unas transiciones (¡ese final del Allegretto!) imprecisas y sin tensión.

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