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Crítica de Música

Un maestro con el que crecer

En su anterior comparecencia con la ROSS, György Ráth dejó ya una huella de madurez que deshacía esa imagen de juvenil danzarín de podios que mostró repetidas veces en los primeros años de vida del conjunto sevillano. Esta visita fue la confirmación de un maestro serio, reposado, que sabe lo que tiene entre manos y cómo extraer lo mejor de los músicos de la Sinfónica.

El gesto contenido de Ráth no restó ni un ápice de exaltación romántica a la partitura brahmsiana, concebida desde un fraseo intenso y una apreciable claridad, sin enfatizar ni la lentitud de los tempi ni la oscura gravedad de la pieza.

Dirk Vanhuyse se peleó todo el Concierto de Schumann por sobreponerse a la orquesta. No pareció problema del director, sino del propio solista, que exhibió un sonido pequeño y no especialmente hondo. Su interpretación fue en todo caso de menos a más, y se creció con la cadencia final, en la que la lentitud y la flexibilidad del tempo sirvieron para generar una atmósfera de alta emotividad.

Ráth mostró conocer a la perfección la Sinfonía nº1 de Dohnányi, una especie de epígono romántico de una hora de duración, en la que hay rastros de Brahms (el arranque) o de Bruckner (el Scherzo) pero a la que no le falta personalidad (ese final con variaciones y fuga) ni interés. El maestro húngaro firmó una versión esplendorosa, transparente, nítida, fraseada con exquisitez y con una variedad pasmosa en la matización dinámica. Los profesores de la ROSS respondieron con igual excelencia, firmando una de sus mejores noches del curso.

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