El placer de bailar lo bailado

Crítica de Danza

Rosalía Gómez

29 de octubre 2016 - 05:00

SIN BAILE NO HAY PARAÍSO

Mes de Danza. Dirección y performance: Pere Faura. Escenografía visual: Desilence Studio. Diseño de iluminación: Israel Quintero. Montaje musical: Arturo Castillo. Diseño de vestuario: Txell Janot. Lugar: Teatro Central. Sala B. Fecha: Viernes, 28 de octubre. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Muchos grandes de la danza cuentan cómo decidieron su futuro en un instante concreto. Alicia Alonso, por ejemplo, dice que fue viendo bailar a La Argentina en Cuba. Pere Faura (1980), que llegó bastante más tarde a la danza que a la música y al teatro, parece haber tenido más de un destello.

En Sin baile no hay paraíso,

estrenada en 2014, el artista recoge algunos de esos momentos bailados que lo hicieron amar la danza, un arte "capaz de revelar lo que no podemos ver y lo que no podemos nombrar", en palabras de Anne Teresa de Keersmaeker (Rosas) que Faura utiliza en escena junto a otros textos de distinta procedencia.

En realidad, la palabra abre, cierra y permea este trabajo, mucho más teatral que dancístico, aunque la danza sea su tema central y el protagonista, con aspecto de hombre de la calle, baile mucho y muy bien, haciendo suyos los números que contribuyeron a forjar su historia como bailarín. Éstos son Bailando bajo la lluvia -deliciosa la disgresión inicial sobre la coreografía- de Gene Kelly, la escena disco de Travolta en Fiebre del sábado noche, el hermoso Piano Fase de Rosas, con la música de Steve Reich -pieza que se ha podido ver en este mismo teatro- y la celebérrima La muerte del cisne (de Fokine / Saint Säens) que bailara la Pavlova en más de dos mil ocasiones.

Faura, con vestuario ad hoc, tutú incluido, glosa primero y baila después las cuatro piezas, sin quedarse en la mímesis, hablando siempre desde su propio ser como persona y como artista. Eso es lo mejor de esta pieza en la que, si recurre al pasado, es sólo para hablar de su presente.

Al final, con el emblemático tema de Leonard Cohen, Dance Me to the End of Love (en las versiones de Lena Mandotter, Jorge Drexler, Mistress Barbara y Pete Alderton), nos muestra las muchas maneras que existen de afrontar la danza y su capacidad actual para disfrutar con todas ellas.

stats