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A la caza de cotorras

  • Una empresa realizará un sacrificio individual de esta ave exótica que provoca una merma de las especies autóctonas del Parque de María Luisa.

Un ejemplar de cotorra de Kramer en el Parque de María Luisa.

Un ejemplar de cotorra de Kramer en el Parque de María Luisa.

La ruidosa cotorra de Kramer sigue extendiéndose por la ciudad. Los últimos estudios realizados por Parques y Jardines revelan que existe una situación de riesgo, especialmente en el Parque de María Luisa. Los métodos de control mediante las capturas no están funcionando. La única opción viable y que llevará a cabo el Ayuntamiento en las próximas semanas es la contratación de una empresa experta en cazar estas aves exóticas. Elmodus operandi consistirá en ir acotando zonas por seguridad del pulmón verde más emblemático de Sevilla. Se trata de una solución de urgencia avalada científicamente y necesaria para salvar las especies autóctonas de uno de los principales reclamos turísticos.

FUENTE: Zoosanitario. GRÁFICO: Dpto. de Infografía. FUENTE: Zoosanitario. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

FUENTE: Zoosanitario. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

El análisis detalla que el número de nidos en el Parque de María Luisa se ha incrementado hasta un 50% en los últimos dos años. Hay más de 247 ahora mismo. Los expertos calculan que se pueden alcanzar ya las 2.000 cotorras de Kramer (en 2015 había 1.300). Para solucionar el problema generado por esta especie invasora introducida en la ciudad en los años noventa se han mantenido reuniones de trabajo entre los técnicos del Zoosanitario, la delegación de Parques y Jardines y la Junta de Andalucía, que cuenta con las competencias oportunas en esta materia.

En las distintas zonas que se actuará a lo largo del año serán acotadas por seguridad

Uno de los principales efectos negativos de la cotorra de Kramer es que está acabando con los murciélagos de la especie nóctulo gigante del Parque de María Luisa, ya que los expulsa de sus nidos e incluso directamente los ataca. El número de nidos de este tipo de murciélago ha descendido en un 60% en dos años. La especie está ahora mismo en riesgo. El documento precisa que de los 49 árboles ocupados por nóctulos en 2013, sólo cinco permanecen ocupados. Once de ellos son ahora de cotorras de Kramer, y en varios de los no ocupados se observaron agresiones. En cinco casos vieron parejas de cotorras intentando expulsar a los nóctulos de sus agujeros, y en otras siete agresiones directas. Además, registraron 14 murciélagos muertos debajo de diez árboles ocupados por cotorras, cuatro de ellos encontrados el día después de observarse agresiones por parte de las cotorras. Siete de los cadáveres se encontraron frescos, pudiendo apreciar claramente las heridas causadas por los picos de estas aves exóticas.

Aunque el efecto más preocupante de la cotorra de Kramer es el alarmante declive del nóctulo gigante, cabe destacar también que está incidiendo negativamente sobre el cernícalo primilla. Las cotorras ocuparon ya en 2013 cuatro de los mechinales que usan los cernícalos primilla para nidificar en los muros de la Iglesia de El Salvador, mientras que hace un año ocuparon ya al menos diez. La cotorra de Kramer es la especie de ave invasora más exitosa del mundo, con poblaciones establecidas en más de 35 países. En Europa, donde es considerada como una de las 100 peores especies invasoras, está ya muy extendida y sus poblaciones se han incrementado dramáticamente durante los últimos años, tornándose prácticamente inmanejables en algunos casos.

Además de los efectos sobre la fauna nativa, las cotorras de Kramer también tienen impactos negativos sobre la agricultura. El informe estima pérdidas de un 10% en cultivos de girasol localizados en la periferia del Campus de la Universidad Pablo de Olavide y en la zona de Santiponce. También fueron detectados (aunque no cuantificados) daños ocasionados a diferentes cultivos de frutales. Otro de los efectos nocivos es que suponen un riesgo para la salud por transmisión de enfermedades.

Los técnicos de Parques y Jardines realizaron varias consultas al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y analizaron la experiencia de otras ciudades que han sufrido esta situación. Los resultados coinciden en que el control a través de destrucción de nidos no es eficaz y tardaría más de 17 años en permitir la reducción de la población necesaria; el suministro de sustancias químicas que reduzcan la fertilidad no funciona al no saber quién las toma y por la lentitud en su resultado, que no coincide con la situación de urgencia; y que la captura y sacrificio no ha funcionado en estos últimos dos años.

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