Doctor en Derecho y en Historia del Arte, José Fernando Gabardón de la Banda (Sevilla, 1967) es un enciclopedista sencillo que descubre el mundo en Sevilla y Sevilla en el mundo.
-¿Cómo se llevan el Derecho y la Historia del Arte?
-Yo me considero un divulgador del patrimonio.
-¿Se cuida el patrimonio?
-Los sevillanos tienen sensibilidad con algunos monumentos: la Giralda, la Torre del Oro; no tienen una percepción de la ciudad, que ven con ojos más de turista que de historiador. Es una ciudad que agrada y por poca sensibilidad artística que se tenga gusta.
-¿Cómo se amplía esa visión?
-A mis alumnos del CEU, futuros profesionales del Magisterio, les enseño a transmitir el amor por el patrimonio. Si un niño de cuatro o cinco años conoce a Messi, también tiene que conocer a Murillo o a San Fernando.
-¿La memoria histórica no es una paradoja? ¿Cómo se puede recordar lo que no se vivió?
-La Historia es el estudio del pasado para comprender el presente. Si no es para eso, el pasado no sirve para nada. Una persona sin pasado no existe, no tiene personalidad propia, es manipulable, aunque el pasado también se puede manipular, ha sido un instrumento al servicio del Estado.
-¿El pasado pasa o se queda?
-La Giralda no es pasado, ni la Torre del Oro o el Alcázar. No son piedras viejas, viven y conviven con nosotros.
-¿Pero hay que mirar más allá?
-He hecho más de cien viajes por toda Europa. He ido muchas veces a Italia, Francia, Inglaterra o Alemania, aunque me gustan muchísimo los Países Bajos porque me apasiona la pintura flamenca. Las raíces sevillanas están en Flandes y en Italia.
-¿Hay ciudades-espejo?
-No voy a decir Londres, París o Roma, que están muy vistas. Espejos de Sevilla serían Florencia, Brujas o Amsterdam.
-¿Y el pasado romano y árabe?
-Yo insisto en las raíces flamencas de mi ciudad. De allí viene el modelo de Semana Santa y la iconografía religiosa. Lo estudié en mi tesis doctoral sobre la Piedad. El gran divulgador es Durero. La imaginería no nace en Andalucía, ni siquiera en Italia, sino en el norte de Europa hasta que Lutero y el protestantismo acabaron con la tradición.
-¿Una guerra de religión?
-Soy un gran admirador de Lutero, el gran personaje junto a San Ignacio de Loyola. El verano próximo quiero hacer un viaje cultural por la Alemania luterana.
-¿Otros proyectos viajeros?
-Quiero ir a los lugares donde nació el monacato, viajar a Armenia, a Egipto. Desgraciadamente, a Siria no se puede viajar.
-¿Por qué ese interés?
-He dedicado muchos años a enseñar los conventos y en algún momento me gustaría escribir una monografía sobre el mundo conventual sevillano.
-¿La apertura de la clausura?
-Sevilla sin sus conventos no habría sido igual. Se habla de la huella romana y árabe, pero la configuración urbanística de la ciudad es plenamente conventual. Eso se mantiene incluso en la reforma napoleónica y liberal.
-Sevilla flamenca, Sevilla conventual. ¿Y Al-Andalus?
-La ciudad tal como la conocemos la crean los almohades. He ido cinco veces a Marraquech y es Sevilla. Hay sitios que están en la calle Hernando Colón, en Feria o Relator. En la mezquita estás viendo Ómnium Sanctórum.
-¿Por qué se vino a Sierpes?
-Estoy aprendiendo a escribir y algún día me gustaría hacer una geografía particular de la ciudad. Ya experimenté Santa Catalina, la Alfalfa, Francos y ahora Sierpes, mi particular microcosmos.
-¿El saber no ocupa lugar?
-Soy un enfermo de los libros, leo en Ochoa, en el semáforo mientras se pone verde, en el autobús, en la playa, pero a la lectura y el estudio hay que darle un complemento vital. El amor es muy bonito, el desamor también, hay que experimentarlo.
-¿Toda su historia es sagrada?
-Estoy con dos proyectos, una historia de los 150 años del Círculo Mercantil y otra del Colegio de Químicos de Sevilla.
-¿Qué transforma a la ciudad, la cuaresma o la primavera?
-La cuaresma, pero no existiría sin primavera.
-¿Qué Semana Santa vive?
-Me interesa más la de las bolsas de caridad para atender a esa pobreza oculta que no está en las estadísticas que la de esos protocolos tan barrocos.
-¿Su identidad cofrade?
-Estoy a punto de celebrar mis bodas de oro con los Gitanos. Por proximidad y familia, de la Cena. Salgo en los Servitas, donde acompaño a mi hermano Joaquín, minuválido psíquico que vive en Semana Santa todo el año.
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