Sevilla FC

La tardía promesa de un exquisito

  • Ganso responde a las expectativas de los que esperaron su talento ante un rival ideal

  • Del Bernabéu a su debut goleador en la Liga, un largo ostracismo

Ganso mira al cielo en señal de agradecimiento mientras Correa y Jovetic lo felicitan por su gol.

Ganso mira al cielo en señal de agradecimiento mientras Correa y Jovetic lo felicitan por su gol. / julio muñoz / efe

El pasado 4 de enero, mientras Sevilla disfrutaba del anuncio por parte del Heraldo Real de la Cabalgata de los Reyes Magos, Ganso vivía su particular pesadilla en el Santiago Bernabéu. Después de un tiempo apartado del equipo por una u otra razón, salvo en su aislada aparición, gol incluido, en la pachanga contra el Formentera, Jorge Sampaoli decidía someterlo al sacrificio de la olla blanca, ante el equipo más rápido y físico de la Liga. Allí, además, lo señaló al quitarlo al descanso en plena hecatombe de un Sevilla que era un pelele en manos del Real Madrid. Al descanso, 3-0 y Ganso a la ducha... Más de tres meses después, el talentoso mediocampista brasileño tuvo su particular quite del perdón, con un gran partido y dos bellos goles. Casi logró un hat-trick.

El rival invitaba al cumplimiento, aunque de forma tardía, de su promesa de exquisitez. Muchos aficionados que habían seguido sus evoluciones en el Santos o el Sao Paulo se frotaban las manos ante la posibilidad de disfrutar del fútbol de seda de Paulo Henrique Chagas de Lima, Ganso en las alineaciones. Otros sospechaban que no tendría el ritmo adecuado para una competición como la Liga y ponían como razón principal de su suspicacia su tardío desembarco en Europa, a los 26 años.

¿Cómo un jugador de tanta clase, de tan excelsa calidad, no ha fichado antes por ningún club de alguna liga europea potente? Pronto se vio que su ritmo de juego, su concepción lúdica del fútbol, lo alejaba del estereotipo de centrocampista europeo. Y Sampaoli, que fue quien más apostó en su calidad para su concepción de un Sevilla dominador con la pelota, coadyuvó a su ostracismo apartándolo quizá prematuramente del equipo. Aun así, salió tras el descanso para colaborar con su visión a la remontada con Las Palmas, fue crucial también su salida ante el Alavés -aquel taconazo mágico-... y se lució ante el Dinamo de Zagreb. Luego, la nada.

A falta de cinco partidos, Ganso apenas ha participado en siete de Liga. Y la duda es si Sampaoli no podría haber gestionado mejor su capacidad para ver el fútbol, su clarividencia, su visión y su tacto especial con el balón. El Granada, dándole espacios, apareció como un rival propicio, pero en esta Liga hay tantos Granadas. Quizá sea tarde para destapar a Ganso, el mago que tuvo su noche de desquite en plena Pascua de Resurrección. O quizá no...

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