El tratado entre la UE y EEUU dispara las alarmas en el sector ganadero

Un estudio realizado por 11 asociaciones agrarias alerta del grave impacto que tendría su firma. Supondría la pérdida de unos 25.600 empleos y 1.712 millones en facturación.

El tratado entre la UE y EEUU dispara las alarmas en el sector ganadero
El tratado entre la UE y EEUU dispara las alarmas en el sector ganadero
Asunción Fdez De Castillejo

07 de abril 2015 - 10:28

El posible acuerdo para la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (Transatlantic Trade and Investment Partnership -TTIP-) entre Estados Unidos y la Unión Europea supondría la pérdida de 25.600 empleos en la ganadería española y de más de 400.000 en Europa y de una bajada en la facturación de estos sectores que alcanza los 1.712 millones en España y los 17.562 a nivel comunitario. Éstos son algunos de los datos en los que concluye un estudio que firman once asociaciones ganaderas.

El estudio, que han remitido a la ministra, Isabel García Tejerina, explica las razones que fundamentan la preocupación por la posible firma de este tratado sobre el que ya se han celebrado ocho rondas de negociación. En concreto, en la carta dirigida a la ministra los promotores del estudio le hacen ver que su preocupación deriva "no sólo de una eventual disminución en la protección arancelaria para nuestros productos, sino muy especialmente de los aspectos no arancelarios, que penalizan a los sectores ganaderos de la UE y benefician claramente a los EEUU". Entre esos aspectos el estudio destaca las distintas regulaciones de la producción ganadera que hacen que los costes de producción sean mucho más baratos en EEUU que en Europa, por lo que reclaman que no se firme un acuerdo semejante "sin cambio en el modelo regulatorio de la UE o sin cambio en el modelo regulatorio de EEUU".

De hecho, los autores del estudio Diego Pazos Morán y María del Mar Fernández Poza, ambos ingenieros agrónomos, destacan entre los factores que gravan la ganadería europea sobre la americana los costes lesgislativos -por unas normas mucho más estrictas en la UE que en EEUU- así como otros de índole administrativa -como son las innumerables barreras que hay que pasar para entrar en el mercado estadounidense-.

Entre estos "costes legislativos", el estudio cita, en primer lugar, la utilización de las nuevas tecnologías de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) para la producción de materias primas destinadas a la alimentación animal, con los que Europa es sumamente restrictiva. En concreto dicen que "en EEUU supone un incremento de la productividad de al menos un 15%, al tiempo que reducen significativamente los costes de producción (fitosanitarios, herbicidas, labores decultivo…). Por ello el coste de los ingredientes destinados a alimentación animal en EEUU es inferior al de la UE ".

En segundo lugar destacan que en lo que respecta al abastecimiento de materias primas, EEUU tiene establecidos unos niveles de presencia de residuos de fitosanitarios, insecticidas poscosecha y aflatoxinas en materias primas superiores a los aceptados en la UE. "Esto -indican- impide el aprovisionamiento del mercado comunitario desde determinados orígenes tradicionales. Por ejemplo, Argentina no es un suministrador de maíz aceptable para la UEy sí lo es para EEUU".

Otro factor que incide en la diferencia de costes de producción es la utilización de promotores de crecimiento (hormonas, antibióticos y otros) en producción animal: EEUU utiliza sustancias prohibidas en la UE. En el sector porcino "esta restricción añade un coste de 2 euros/100 kg de carne". El sector avícola de carne comunitario estima este impacto en el coste de producción de la carne de pollo en unos 0,8 céntimos de euro/kg de peso vivo. "Por lo tanto -señalan-, en un mercado sin barreras tras la firma del Tratado, las carnes procedentes de animales tratados con promotores de crecimiento desplazarían a las carnes de la UE producidas sin ellos".

Asimismo, el estudio señala que en EEUU está generalizada la utilización de la hormona somatotropina bovina (BST en sus iniciales en inglés), que es un potenciador de la producción láctea y que incrementa por término medio un 16% la producción de leche en vacas. Está prohibido en la UE, pero se admite la importación al mercado comunitario de productos lácteos de EEUU procedentes de animales tratados con esta hormona.

También está prohibido en la UE pero no en EEUU el empleo de subproductos de origen animal en la alimentación animal (como las proteínas animales transformadas, el sebo y aceites y grasas de reciclaje, y la gallinaza -estiércol de ave-). Según el estudio, esta diferencia legislativa incrementa en torno al 2% el coste de la fórmula del pienso comunitario.

Igualmente pesa sobre la ganadería de la UE, la gestión de subproductos de origen animal (incluidos los cadáveres de animales), ya que el productor comunitario debe asumir el coste de gestión de los sandach (subproductos de origen animal no aptos para el consumo humano) generados en su granja, y los costes de separación, control y detección de los materiales de riesgo en la cadena alimentaria y su destrucción. Ello supone un sobrecoste muy elevado que repercute sobre toda la cadena de producción y varía según el material y el sistema de gestión aplicado. En el caso de la carne de cerdo y vacuno alcanza los 1,8 euros/100 kg de carne y 23 euros por vaca nodriza en concepto de retirada de cadáveres.

Otro elemento más de diferencia es el uso de aditivos y medicamentos veterinarios ya que aquí también la normativa europea es más restrictiva, y según las especies y el sistema de producción esta asimetría supone un coste diferencial para el productor comunitario.

Asimismo, las normas sobre seguridad alimentaria y sanidad animal suponen para la producción comunitaria costes derivados de los controles sanitarios, la eliminación de animales positivos, los análisis obligatorios, la gestión de incidencias, además de los gastos administrativos por la llevanza de los registros y trazabilidad correspondiente. Según señalan, "en la UE, por ejemplo, el sector de la carne de pollo asume un coste directo por el control de la salmonela de 1,1 euros/100 kg de peso vivo". Igual sucede con el tratamiento de la carne de ave por cloración, autorizado en EEUU pero no en la UE.

Los autores indican igualmente que las normas comunitarias relativas tanto al uso del estiércol como fertilizante como a la reducción de emisiones de amoníaco y otros compuestos al aire afectan a las producciones avícola y porcina sobretodo. En la producción de huevos supone un sobre coste de producción del 2,2% en la de carne de ave, unos 0,8 céntimos de euro por kg de peso vivo y en el sector porcino 6,10 euros/100 kg.

Por otra parte, EEUU no tiene costes asociados al cumplimiento del Protocolo de Kioto y los niveles de reducción de emisiones derivadas del Protocolo de Gotemburgo son inferiores a los comunitarios.

Los requisitos de trazabilidad a lo largo de la cadena, obligatorios en la UE, son otra parte de las exigencias a los productores europeos que no se aplican en la misma medida en EEUU. Según los cálculos de este estudio, la trazabilidad en la cadena del huevo comunitario supone 130 euros/1000 gallinas al año y 17,8euros/vaca nodriza y 3 euros/100 kg de carne en el sector porcino.

Otra diferencia la marca el bienestar animal, ya que la UE ha desarrollado una amplia legislación sobre las condiciones de los animales en la granja -alojamiento y manejo-, durante el transporte y el sacrificio, entre otras. En los sectores ganaderos supone cambios sustanciales en gestión y equipamiento y numerosos costes añadidos que se cuantifican: la aplicación de la directiva sobre normas mínimas de alojamiento de las ponedoras ha supuesto un incremento del 6,7% del coste de producción de huevos comunitario, equivalente al 10% del coste de producción del huevo en EEUU, donde esta norma no existe. En el sector porcino las normas sobre bienestar animal suponen un coste de 0,70 euros/100 kg de carne.

El estudio señala también problemas de otra índole como es que EEUU tiene ventajas comparativas respecto a la UE en la producción de cereales, oleaginosas y productos ganaderos, derivadas sobre todo de su clima, de la dimensión de las explotaciones, del tamaño del mercado y de la tecnificación y que colocan, de partida, a la UE en desventaja.

Además, el estudio señala las malas condiciones prácticas para la exportación de productos de la UE a EEUU. En concreto, afirman que "son excesivamente complejas y reflejan la realidad de un mercado estadounidense muy protegido, fragmentado por estados y con múltiples regulaciones locales que hacen muy difícil la exportación a EEUU de productos agrícolas transformados, y poco menos que imposible la exportación de productos ganaderos sin transformar". Por ejemplo, señalan que EEUU, el principal exportador de huevos y ovoproductos a la UE, no permite la entrada de huevos ni ovoproductos en su territorio desde ningún país comunitario.

Otro peligro que destacan es la posibilidad de que un acuerdo abra el mercado europeo no sólo a los productos made in USA sino a los que se importan por EEUU ya que tiene firmados acuerdos de libre comercio con países terceros que producen con modelos mucho más alejados aún del europeo.

Las asociaciones que han promovido la realización de este estudio son Amprogapor (productores de porcino), Aseprhu (productores de huevos), Asoprovac (productores de vacuno de carne), Cesfac (fabricantes de alimentos compuestos), Fundación Antama, Propollo (interprofesional de la carne de pollo), Aecec (Asoaciación de Comercio Exterior de Cereales), y Unistock España (asociación europea de almacenistas de granos y cereales), además de Asaja, UPA y Cooperativas Agroalimentarias.

stats