Aljarafe

El crimen de Coria fue una venganza cocinada durante diez años por un robo de droga

Declaraciones de la Policía Nacional / Antonio Pizarro

El crimen de Coria del Río fue una venganza cocinada a fuego lento, concretamente a lo largo de diez años. Se trata de un ajuste de cuentas por un vuelco, como se conoce en el argot a los robos de droga, que se produjo en el año 2012. Esta sustracción de una partida de hachís acarreó un grave perjuicio económico al clan de Pepe el Tarta, al que se acusa del homicidio, a la vez que un descrédito dentro del submundo del narcotráfico.

Así lo explicaron este martes el comisario Antonio Delgado, jefe de la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Policía Nacional en Sevilla, y el inspector jefe José Luis Valverde, responsable de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), en una rueda de prensa ofrecida en la Jefatura Superior de Policía de la capital andaluza. Se trata, a juicio de los investigadores, de la investigación más compleja de la Policía Nacional en la provincia de Sevilla desde la del triple crimen de Dos Hermanas, hace ya cinco años.

En este servicio, denominado Operación Thazard (Melva en inglés) y liderado por el Grupo de Homicidios de Sevilla, la Policía Nacional ha esclarecido el homicidio de David Gómez, un vecino de Coria del Río cuya desaparición fue denunciada el 21 de junio de 2022, cinco días después de que su coche apareciera quemado en Torreblanca. Gómez era un especialista en vuelcos, por lo que tenía numerosos enemigos. 

Por sus antecedentes, su relación con el narcotráfico y su entorno social, los investigadores determinaron que se trataba de una desaparición inquietante. La Policía creó un equipo conjunto de investigación compuesto por policías de Homicidios y de la comisaría de Coria del Río, apoyado por personal de la Brigada de Policía Judicial. "Intuíamos que iba a ser larga en el tiempo. Necesitamos mucho apoyo para visionar cientos de horas de cámaras, seguimiento de varios terminales móviles e intervenciones telefónicas en España y Europa".

La principal dificultad con la que se hallaron los agentes fue la escasa colaboración que encontraron en un primer momento por parte del entorno de la víctima en un primer momento. "El principal mérito del Grupo de Homicidios ha sido romper la fuerte coraza que había en el entorno de David Gómez para con la Policía. Es decir, no se fiaban de la Policía y en las primeras testificales entraron en contradicciones, no aportaban datos relevantes ni indicios. A algunos testigos se les han tomado hasta siete declaraciones".

Una vez ganada la confianza de la familia de la víctima, la Policía pudo concretar quiénes eran los autores materiales del homicidio, los colaboradores y sus encubridores. "Nos quedaba la localización del posible cadáver". Se dividió la operación en dos fases. La primera de ellas se produjo a finales de septiembre, cuando se plantearon las entradas y registros en la casa del principal sospechoso y en la parcela en la que se halló finalmente el cuerpo.

La primera es una casa de campo de Coria del Río, donde el equipo táctico de los GOES (Grupo Operativo Especial de Seguridad) fue recibido a tiros por el principal sospechoso. "Tenía perros y cámaras en todo el perímetro, se parapetó en una esquina, enterró rodilla en tierra y nada más que saltaron los grupos tácticos, lo anularon disparándole a las extremidades. Le hicieron un torniquete y lo trasladaron al hospital sin riesgo para su vida". El clan del Tarta estaba preparado para responder a una posible venganza por parte de la familia de la víctima. Posiblemente no esperaba a la Policía, pero la recibió igualmente a tiros. "El que entre aquí me lo llevo por delante", fueron sus palabras literales.

El segundo registro se llevó a cabo en una parcela de Pilas, lindando con el término municipal de Villamanrique de la Condesa, "donde hay varios pozos artesanales típicos de los olivares de la zona". Es allí donde se encontró el cadáver de David Gómez, en un pozo a varios metros de profundidad, envuelto en un toldo y lastrado con ladrillos. Tenía tres disparos de una escopeta que la Policía también encontró en la casa del Tarta. En esta operación participaron no sólo los agentes de Homicidios, sino también los del grupo de Subsuelo y el de Policía Científica

En esta primera fase fueron detenidas tres personas, entre ellas el Tarta. Su hija, de 24 años, fue arrestada en Badajoz, donde se había ido a trabajar como jornalera. Faltaban por detener a dos de los participantes en los hechos, que habían huido a principios de julio, primero a Dortmund (Alemania), y después desde ahí se habían trasladado a Holanda. La Policía no cree que tuvieran ayuda de organizaciones internacionales, sino que más bien se trató de una fuga con ayuda de la familia, que le llegó a enviar un kilo y medio de marihuana en un tarro de cacao en polvo, posiblemente para que la vendieran allí y ganaran algo de dinero para poder vivir. También estaban buscando trabajo. 

Para atrapar a estos dos sospechosos, que eran un hijo del Tarta y un amigo íntimo de éste, se puso en marcha la segunda fase de la operación Thazard. La Policía tenía vigilados a los dos sospechosos y seguía sus movimientos. El 12 de noviembre, ambos fueron arrestados en Holanda, desde donde han sido trasladados a España. Actualmente están en Madrid a la espera de que la Audiencia Nacional ordene su traslado al juzgado de Coria del Río que investiga los hechos, para ser oídos en declaración. 

La operación Thazard finaliza así con cinco detenidos, de los que cuatro están en prisión y una, la hija del Tarta, está en libertad con cargos. A los otros cuatro se les considera autores del homicidio, mientras que al cabecilla se le imputa también tenencia ilícita de armas y atentado a la autoridad, por tirotear a los agentes en el registro. A la hija se le acusa de encubrimiento. 

Con esta investigación, se da por desmantelado el clan del Tarta, una "organización familiar típica de la zona del Bajo Guadalquivir, dedicada principalmente al tráfico de hachís". Los investigadores optaron por no dar difusión a la desaparición de David Gómez ante la sospecha de que estaba muerto desde el principio, como así se confirmaría después, y prefirieron trabajar con un mayor sigilo.

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