Camas

Una feria a cuatro metros de tu fachada

  • Vecinos del entorno de la calle Ferrocarril exigen el traslado del recinto por el ruido y la suciedad

  • Tienen un estudio que revela que soportan casi el doble de decibelios permitidos

  • El alcalde dice que el cambio de ubicación se estudiará con la revisión del PGOU

Una perspectiva de la feria desde el balcón de un vecino de la calle Ramón Soto Vargas, en la otra esquina tiene instalados los cacharritos.

Una perspectiva de la feria desde el balcón de un vecino de la calle Ramón Soto Vargas, en la otra esquina tiene instalados los cacharritos. / Juan Carlos Vázquez

Septiembre es tiempo de ferias en el Aljarafe, que vuelven a coger brío ahora tras los años de bajón por la crisis. En esos pueblos tan transformados intentan ser un lugar de convivencia entre oriundos y foráneos. También es feria en Camas, donde arrancó el miércoles y culmina este domingo y donde la cita es además representativa de un problema común en muchos de esos municipios, en los que no se ha acometido el traslado desde la ubicación histórica a zonas exteriores, por el ruido, la suciedad y la incidencia en la vida cotidiana de los residentes en el entorno, que ya no viven volcados en el calendario festivo local, como antaño. Es la difícil conciliación entre el derecho al descanso y el divertimento, que se relaja en estos días.

El recinto ferial de Camas se sigue ubicando en su lugar histórico, en donde ha estado desde los 60, salvo un periodo en el que se trasladó a la misma plaza del Ayuntamiento y al PP-4, junto al Carrefour, donde estuvo entre 2000 y 2008. Es el corazón urbano, el centro de Camas, entre la travesía de la N-630 y la calle del Ferrocarril.

Otra perspectiva de la zona, que queda acotada al paso de coches y al aparcamiento. Otra perspectiva de la zona, que queda acotada al paso de coches y al aparcamiento.

Otra perspectiva de la zona, que queda acotada al paso de coches y al aparcamiento. / Juan Carlos Vázquez

Los cacharritos se ponen al lado, en la explanada de la calle Santa María de Gracia, a apenas cuatro metros de la entrada a los bloques, que soportan una celebración que dista de ser una modesta fiesta patronal: los decibelios de más de una veintena de casetas y atracciones retumban en los pisos, haciendo imposible el descanso, no sólo de niños, mayores o personas con alguna dolencia, sino de cualquier adulto sano, al margen de otras molestias por la suciedad y las limitaciones para acceder a la zona con normalidad antes y después del montaje.

Los vecinos del bloque del número 9 de la calle Ramón Soto Vargas encargaron en 2012 un estudio –se gastaron más de 800 euros– para dar argumentos sobre la necesidad del traslado. Y las conclusiones, pese a que hayan sido papel mojado, no pueden ser más contundentes. Si en el interior de las viviendas el límite de decibelios debe ser 30, durante la feria soportan casi el doble: 59,2 en los pisos que dan a la zona de los cacharritos y 53,8, en los del lado de las casetas. En el exterior, en las fachadas, se disparan a 92,9 decibelios y 77,1 en cada uno de los lados del bloque, que hace esquina, cuando el límite debe ser 50.

“Vibran los cristales, que en mi casa son blindados, tenemos que sacar los colchones a los pasillos para dormir”, explica Edmundo Z., uno de los vecinos, que trabaja de noche y que se queja además de que, con ese horario y la dificultad de desplazarse, no pueden sacar los vehículos del garaje, con el perjuicio de tener que dejarlo fuera de la zona vallada de la feria o tener que coger taxis. No obstante, desde el Ayuntamiento matizan que el paso sí se permite a los residentes, que deben solicitar antes un pase en el Consistorio.

El problema se repite en otros pueblos, en donde el recinto ferial se mantiene cerca de las viviendas

Pero las molestias no se ciñen a los cuatro días que dura la feria, ya desde el 26 de agosto se les advierte de que no pueden aparcar en la zona. La falta de aparcamiento afecta también a los usuarios del cercano centro de salud y a otros negocios, salvo los numerosos bares, que sí quieren la feria, porque es un revulsivo tras los meses más duros del verano.

Los vecinos denuncian que los días previos, ya hay barbacoas y música durante el montaje. Semanas después, el problema es el hedor que queda en la zona de los cacharritos, donde el personal de las atracciones y visitantes hacen sus necesidades, denuncian. Apuntan además que los agujeros de los postes que se colocan para la instalación eléctrica, que se tapan después con tierra, dejan una accidentada urbanización en una zona de tránsito para los vecinos.

“Pagamos como zona de primera la contribución”, se queja Santiago C., que ha programado una excursión para huir de las molestias estos días. Otros se van a casa de familiares o se han ido ya el día del reportaje, la noche del pescaíto. Santiago y Edmundo subrayan que la feria podría trasladarse junto al polideportivo Pepe Flores, cerca de la autovía y con menos viviendas cerca.

La fiesta sí es un revulsivo para los numerosos bares de esta zona céntrica de Camas, tras los meses de verano

El alcalde, Rafael Recio, recuerda que ese problema de la cercanía de la feria a las viviendas no es único de Camas, se da en otros sitios, y admite que, a corto y medio plazo, no pueden plantear un traslado porque no hay terrenos adecuados para hacerlo. Sí se va a estudiar dentro de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), según avanza, un proceso que nunca es rápido y pensando también en un posible crecimiento de la feria. Porque el recinto actual está colmatado.

De hecho, los cacharritos se colocan sobre una parcela dotacional, para un centro cultural, que no se ha podido hacer por falta de presupuesto, pero que en el momento que se haga dejará ya sin sitio al ferial. El alcalde insiste en que la ubicación actual, sobre el antiguo trazado del ferrocarril que cedió Renfe, ha sido la más utilizada, en la zona más antigua de Camas y que siempre ha habido casas cerca. El debate está abierto.

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