¿Qué fue del Código Peñalver?

La Universidad de Cádiz se dotó en 2005 de un marco ético en el que se recogía expresamente la austeridad como una cualidad obligada de su gobierno

La marca de la UCA, en una de las instalaciones de la institución.
La marca de la UCA, en una de las instalaciones de la institución.
P. Ingelmo Cádiz

17 de diciembre 2014 - 01:00

El claustro universitario de la UCA reunido el 29 de noviembre de 2005 bajo la presidencia del rector Diego Sales aprobó un código ético, el denominado Código Peñalver, por el cual deberían conducirse todos los miembros de la comunidad universitaria. Formaba parte del programa de transparencia que llevaba a las elecciones de 2003 el equipo del flamante rector. Estos 'mandamientos' eran el resultado de aquella promesa.

En el capítulo 2, dedicado a los cargos académicos, se afirma lo siguiente: "Las conductas éticamente dudosas de los cargos académicos son aquéllas que, sin llegar a contravenir ninguna ley o norma jurídica o estatutaria vigente, repiten o se asemejan a algunos comportamientos rechazables". Entre esos comportamientos rechazables se encuentra el punto 12: "El abuso, es decir, el uso innecesario y superfluo de los medios que la administración pone a disposición de los cargos académicos para cumplir su función: dietas, almuerzos de trabajo, viajes, automóviles oficiales, mobiliario, etc."

Gracias a la documentación que se ha dado a conocer en los últimos días se observa que se vulnera claramente el Código Peñalver en el abuso de almuerzos de trabajo. Cerca del 70% de los gastos corresponden a este apartado, siendo materialmente imposible que una Universidad como la de Cádiz tenga que afrontar tantos compromisos, centenares de comidas, pagadas con las 17 tarjetas de las que se tiene constancia que existían y que supusieron un coste, reconocido por la propia Universidad, de más de 160.000 euros en sólo tres de los muchos restaurantes en los que se utilizaron estas tarjetas.

También en el capítulo de los abusos en automóviles oficiales podría incluirse los desorbitados gastos en taxis utilizados por el vicerrector de Investigación, Francisco Antonio Macías, que llegó a realizar, entre otros muchos, un desplazamiento a Córdoba que le costó a su departamento 388 euros, ya que dispuso del vehículo durante toda la jornada. La defensa que se hace de un ahorro de tiempo e incluso de dinero a través de los taxis habituales de la UCA es difícilmente defendible a la vista de esta 'carrera'.

En cuanto a los viajes, las tarjetas tienen entre sus apuntes vuelos en primera y estancias en algunas magníficas cadenas hotelera (Sheraton, Westin...).

La Universidad de Cádiz tiene un presupuesto de 127 millones de euros y es la decimoquina universidad española según el ranking Issue, con un índice de 0,8. Si nos fijamos en este índice en el apartado de investigación, la UCA desciende hasta el penúltimo puesto. Esta clasificación resulta del volumen total de resultados -docentes, de investigación y de innovación y desarrollo tecnológico de las universidades españolas- y, por tanto, el tamaño de la universidad juega un papel en la misma junto con la productividad de cada institución. La Complutense tiene un presupuesto de 510 millones, es la primera en el ranking issue con un índice del 4,3. Son escalas que se deberían haber tenido en cuenta a la hora de la contratación de vuelos y hoteles por algunos órganos de gobierno, no por todos, ya que el despilfarro se encuentra concentrado en unos casos, no en la totalidad del equipo rector.

Recuerdan los defensores de la gestión de Diego Sales la drástica reducción de la deuda, que se encontraba en 60 millones cuando él llegó al cargo. Pero esta reducción se produjo gracias a unas mayores inversiones públicas y a recortes y precarización del trabajo en la Universidad, no porque se gastara menos en representación. De hecho, más allá de los acuerdos puntuales, el gasto en viajes se disparó en una campaña de internacionalización de la UCA que dio algunos resultados en cuanto a alumnos Erasmus, opero que no ha elevado el nivel de calidad de la UCA en ninguno de sus índices.

Dice también el Código Peñalver: "Cada cargo académico responde éticamente ante la comunidad universitaria de las decisiones adoptadas. En general, el no reconocimiento público, voluntario y espontáneo, del error o la falta cometida en una toma de decisión (...) es un elemento que agrava la falta o el error cometido". Si es evidente que la comunidad universitaria considera, por las reacciones en los campus tras el conocimiento del uso de las tarjetas, que hubo un error, siguiendo el Código Peñalver el actual equipo rector debería reconocer que existieron errores en el control de los 'abusos' a los que hace referencia el apartado 2.2.

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