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Cinco llagas

Mourinho en su trinchera

  • Fin de temporada. Termina el periodo de sesiones y empiezan las vacaciones parlamentarias con una sesión de control en la que el presidente buscó la confrontación desde el principio

Juanma Moreno, en el Parlamento andaluz.

Juanma Moreno, en el Parlamento andaluz. / EFE

POR qué, por qué, por qué. Se lo preguntaba Moreno Bonilla desde su trinchera, como Mourinho aquel memorable 27 de abril de 2011 tras perder el Madrid 0-2 en las semifinales de Champions contra el Barcelona de Guardiola. Se empeñaba el presidente, como de costumbre, en no responder a las preguntas que le había hecho su adversaria y antecesora en el cargo. Llevaba media docena de sesiones evadiendo las cuestiones y ayer cambió de táctica. No para contestar, sino para decirle a Susana Díaz ¡que ella no quería respuestas!

"Usted no quiere respuestas, usted quiere subsistir; si quiere información por qué no aceptó mi propuesta de reunirse con el consejero de Salud, ¿por qué? O con el de Educación, ¿por qué?". Y después de emular a Mourinho, copió a la propia Díaz: la acusó de faltar a la verdad al dibujar un panorama caótico respecto a la pandemia y perjudicar la imagen de Andalucía, que es la táctica que usaba ella cada vez que él la criticaba. Estamos igual, con los papeles cambiados.

Terminaba ayer el periodo de sesiones en el Parlamento regional con los diestros cansados y los espectadores aburridos. El presidente torea bien de salón. Tiene destreza interpretando los textos que trae escritos de San Telmo; compone perfecta la figura. Pero pierde mucho con toro, o sea, con preguntas de la oposición. Las evita, en particular con Susana Díaz. En vez de contestar, prefiere un cuerpo a cuerpo con una tesis muy de Chaves contra Aznar o de Díaz contra Rajoy: Sánchez castiga a Andalucía y ella no hace nada por evitarlo. También eludió ayer a Inmaculada Nieto de IU, con el argumento de que el sistema sanitario andaluz es precario porque venimos de donde venimos.

De hecho las sesiones de control se han convertido en una farsa. Están lejos de los grandes debates de hace años entre Griñán y Arenas. Ayer el portavoz del PP, José Antonio Nieto, tuvo el descaro de explicar que iba a hacer un homenaje a la sociedad andaluza. ¿A quién puede molestarle eso? Un homenaje a la sufrida sociedad andaluza puede ser oportuno en múltiples ocasiones, pero desde luego no suplantando una sesión parlamentaria de control. No importa, Nieto aprovechó para hacer un reconocimiento en nombre del PP a sanitarios, rastreadores, auxiliares de playa, fuerzas y cuerpos de seguridad, trabajadores de residencias, profesores, agricultores y ganaderos, etcétera, en un ejercicio retórico sin preguntas. Sólo elogios a "lo más valioso que tiene Andalucía, su sociedad".

Eso sí, hubo reproches a la oposición, que para eso le sirve la sesión a los portavoces de los partidos del gobierno, en imitación a lo que hacía el inolvidable Mario Jiménez por el PSOE durante los mandatos de Griñán y Díaz. La principal recriminación de Nieto fue la ausencia de socialistas y Adelante de la comisión de reconstrucción. Aunque omitió que se debe al empeño del PP en darle la presidencia a Vox, único partido contrario a que existiera esa comisión. Nieto no se cortó: estamos ante la mejor comisión de la historia del Parlamento andaluz, porque por ella ha pasado lo más representativo de la sociedad.

En esto estaba el portavoz popular cuando por fin hizo una pregunta, un ensayo de Mourinho en su trinchera: le pidió explicaciones al PSOE sobre por qué no han comparecido ante la comisión en cuestión los alcaldes o presidentes de diputación socialistas. Para el diputado Nieto la sesión es de control al anterior gobierno o al Gobierno de la nación. O para el reproche: acusa a Susana Díaz de aplaudir cada vez que el gobierno de Pedro y Pablo castiga a Andalucía.

En su respuesta el presidente la emprendió un rato con el PSOE, como ya había hecho en sus respuestas a Vox, IU y Ciudadanos. Lo cierto es que a Moreno se le ha ido de las manos su Alianza por Andalucía para la reconstrucción, lanzada a bombo y platillo, por colocar con fórceps a Vox en la presidencia a pesar de haber sido el único partido que votó en contra de su existencia. Mientras, Mañueco en Castilla León, con un gobierno similar, y Lambán en Aragón, han conseguido un acuerdo de todos los partido excepto de los ultraconservadores.

Moreno Bonilla después de darle tralla al PSOE en respuesta a Nieto, intentó situar a la oposición en las trincheras ideológicas, pero lo hizo desde sus trincheras físicas, construidas con esmero en sus intercambios con Alejandro Hernández, Inmaculada Nieto o Sergio Romero. El portavoz de Vox abandonó ayer sus buenas maneras por razones personales. PSOE y Vox se opusieron a primera hora a que se le concediera la compatibilidad para el ejercicio profesional privado. Los socialistas sostienen que el abogado cordobés tiene cuatro asuntos en un juzgado como agente concursal. Él aprovechó su pregunta sobre el informe de la Cámara de Cuentas de 2018 para acusar al PSOE de fraude generalizado en su etapa de gobierno. Y el debate a puerta cerrada sobre su compatibilidad lo calificó de "espectáculo canalla y arrabalero de un partido y otro que es una excrecencia". No estaba de humor Hernández.

Ahí Moreno empezó a cavar su trinchera. Acusó a la administración paralela montada por los socialistas de desorden, entramado complejo que erosionaba el interés público, mala contabilidad, descontrol, falta de transparencia... para acabar hablando de los ERE.

Inmaculada Nieto (IU) inquirió cómo es posible que esté tan satisfecho con las mejoras que ha hecho en el sistema sanitario, si los profesionales están tan frustrados. Y Moreno cavó un poco más su trinchera, hablando de la "pésima gestión socialista". También se apuntó el portavoz de Ciudadanos. Romero se preguntó qué le ha hecho Andalucía al señor Sánchez para que le haya recortado 2.500 millones en diferentes partidas. Y como colofón, añadió que prefiere ser el malo que ayuda a la gente que el bueno que tiene en su haber 30.000 muertos. Y Moreno siguió cavando su trinchera. Según él, el Gobierno nacional no entiende el carácter, la forma de ser, los anhelos, los sueños y las necesidades de Andalucía.

Y así, cuando Susana Díaz le preguntó sobre por qué no contrata más rastreadores, por qué prima la sanidad privada sobre la pública o por qué las autoridades sanitarias no hacen el control de seguridad en los colegios, prefirió envolverse en la bandera de Andalucía y acusar a su adversaria de lo que él venía haciendo durante toda la sesión: buscar la confrontación.

(El cronista se aburre tanto que hasta duda si renovar o no su abono para la próxima temporada).

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